El 26 de junio de 1949, en la revista Bohemia de La Habana, Rómulo Gallegos (ya exilado de Venezuela) escribía estas líneas que describen con dolorosa lucidez la situación de su vida política: “Yo conocí el halago de la fortuna, pero me faltaba la prueba de la adversidad y no me arrepentiré nunca de haberme dispuesto a arrostrarla, pues en ella he hecho mi mejor experiencia propia”. Y agregaba: “(…) se cumplió un destino y yo no cambio el mío por ninguno otro”.

Gallegos quería darle un sentido a lo que le había sucedido y, también, a la Venezuela democrática que él representaba. Elegido en 1947 por el voto popular como Presidente de la República, apenas nueve meses después de su histórica investidura fue derrocado por una conjura militar –y también civil, hay que decirlo– que en breve instauró un régimen de facto en el país.

La siguiente serie fotográfica narra la crónica de una circunstancia que determinó la historia venezolana del siglo XX: la campaña electoral de Gallegos, su triunfo, su breve ejercicio como Presidente, su exilio y, finalmente, su regreso a Venezuela, en marzo de 1958, luego de la deposición de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de ese año.