José Ignacio Cabrujas en el rol de Ángel Luque

Fecha de publicación: julio 30, 2017

Este lunes 17 de julio, al día siguiente de la consulta popular destinada a constituir un hito en la historia reciente de Venezuela, era la fecha del cumpleaños de José Ignacio Cabrujas, nacido en Caracas, el 17 de julio de 1937. Hubiera arribado a los 80 años.

En el Archivo Fotografía Urbana se conserva esta imagen, captada por Leo Matiz, fotógrafo colombiano que integró el equipo de rodaje de la película “Crónica de un subversivo latinoamericano”, dirigida por el cineasta mexicano-venezolano Mauricio Walerstein, en 1975. El personaje abatido y golpeado es el pintor español Ángel Luque, interpretado por José Ignacio Cabrujas en el mencionado film.

“Crónica de un subversivo latinoamericano” narra un hecho real, el secuestro, el viernes 9 de octubre de 1964, del teniente coronel Michael Smolen, de la fuerza aérea estadounidense, quien tenía entonces dos años en Caracas, donde se desempeñaba como segundo jefe de la Misión Aérea Norteamericana. El rapto del oficial norteamericano fue perpetrado por un comando guerrillero de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, FALN, con el propósito de tener un rehén que pudieran canjear por el guerrillero vietnamita Nguyễn Văn Trỗi, quien había sido apresado, en mayo de 1964, por las fuerzas sudvietnamitas cuando lo sorprendieron minando un puente en Công Lý, cerca de Saigón, por donde pasaría el entonces secretario de Defensa de los Estados Unidos, Robert McNamara, y el embajador Henry Cabot Lodge.

En la trama de Mauricio Walerstein, quien escribió el guión con la colaboración de Luis Correa y el propio Cabrujas, Michael Smolen, interpretado por el actor mexicano Claudio Brook, se llama Robert Ernest Whitney. E, igual que el original, vivía en Caracas con su esposa y sus dos hijos. Corren los años 60. En mayo de 1962, nacen las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), organización guerrillera creada por el Partido Comunista de Venezuela (PCV) como brazo armado del Frente de Liberación Nacional, como marco para grupos rebeldes que habían empezado a operar con el objetivo de derrocar al gobierno de Rómulo Betancourt, que había sido legítimamente constituido tras las elecciones de 1959.

El antecedente inmediato de esta formalización de la insurgencia violenta era la política de apoyo de Fidel Castro a los movimientos armados de Latinoamérica; y, por ese camino, la propuesta de Argimiro Gabaldón, secretario general del PCV, en el III Congreso de esta organización, en 1960, de acudir a la lucha armada como mecanismo de combate inspirado en la revolución cubana.

Una vez creadas las FALN era preciso dar un golpe publicitario. Y entonces detienen en las antípodas al militante del Vietcong. En la película vemos una reproducción bastante fidedigna de lo que ocurrió en realidad. Una vez secuestrado el oficial estadounidense, lo llevan al estudio del pintor cordobés Ángel Luque, ubicada en el apartamento 3-A del edificio Araucaria, en la calle Negrín de Sabana Grande. El plan era llevarlo allí para luego cambiarlo de sitio de reclusión, pero entre las centenares de detenciones hechas por las autoridades se produjeron rápidas delaciones y en pocos días se cerró el cerco alrededor de los secuestradores.

En los zapatos de Ángel Luque

El reparto de “Crónica de un subversivo…” incluía, además del mencionado Claudio Brook, un elenco venezolano integrado por Miguel Ángel Landa, Rafael Briceño, Claudio Brook, Pedro Luna, Orlando Urdaneta, Eva Mondolfi, Pedro Laya, Perla Vonasheck, Oscar Mendoza, María Eugenia Domínguez, Lucio Bueno y Asdrúbal Meléndez. El escritor José Ignacio Cabrujas, quien se había iniciado como actor en el Teatro Universitario de la UCV y trabajó como tal algunas pocas veces en otras películas y en el teatro, tenía un pequeño papel.

–La foto de José Ignacio, precisa el cineasta Antonio Llerandi, autor del documental “Cabrujas en el país del disimulo- corresponde al momento de la película en el que Ángel Luque fue puesto preso y torturado.

Asustado al ver la movilización de la policía tras la pista de Smolen, el pintor Luque rogó que sacaran al cautivo de su estudio, donde había permanecido más de lo pactado. El lunes 12 de octubre, en la noche, los guerrilleros le pusieron una venda en los ojos a Smolen, lo metieron en un carro y lo soltaron en la calle Los Samanes de La Florida. Allí lo encontró la policía. Al día siguiente era martes 13. Mal augurio para los secuestradores.

Al llegar al puerta del 3-A, en el edificio Araucaria, los uniformados prefirieron no tocar al timbre. Directamente dedicaron una ráfaga de ametralladora. Empujaron el colador resultante y ahí estaba Ángel Luque y su esposa, Tatiana Fokina. Minutos después llevaron a Smolen para que reconociera el escenario de su cautiverio. El norteamericano hizo un inventario detallado de todo. Hasta el cepillo de dientes que le habían dado sus captores estaba allí, todavía húmedo. Los dueños de casa salieron esposados destino a la sede la DIGEPOL.

Pintor, escultor y grabador, Ángel Luque había nacido el 20 de octubre de 1927, en Córdoba, España. Cuando llegó Venezuela, en 1955, ya había participado en importantes exposiciones colectivas en su país y en este gozó del interés de la crítica, así como de los organizadores de salones, que lo incluyeron en las listas de invitados. Llegó, incluso, a integrar el grupo El Techo de la Ballena (1961-1964).

En 1962, dos años antes de la chapuza de Smolen, Luque expuso en la galería El Muro con Luisa Richter y un año más tarde, en 1963, con Luisa Palacios y Humberto Jaimes Sánchez. En esos dos años hizo escenografías para el grupo de teatro del Instituto Venezolano-Italiano de Cultura (Caracas). Distaba mucho, pues, de ser un marginal de las artes o un tipo sin lugar en la sociedad. En octubre del 64 ingresó a la prisión, donde permanecería por tres años, y en 1967, cuando salió de la cárcel, se fue de Venezuela. A partir de 1968 se instaló en París y comenzó a trabajar como ayudante de Jesús Soto.

La Galería de Arte Nacional (GAN) tiene una importante selección de su obra, principalmente pinturas y grabados en aguafuerte y agua de azúcar. Ángel Luque murió en París, a los 87 años, en abril de 2014. Ese año, una galería madrileña organizó una muestra de su trabajo y la prensa lo aludió como “referente de la abstracción geométrica”.

Esta foto de Leo Matiz nos da a Cabrujas interpretando a Ángel Luque en aquella hora amarga.

El actor Orlando Urdaneta, miembro asimismo del elenco, dice: “Ese Cabrujas de ‘Crónica…’ era para mí un Cabrujas mortal, humano, asible. Era un señor que trabajaba en Radio Caracas y daba clases en la UCV. Lo había visto estrenar ‘La Revolución’, de Isaac Chocrón, en 1971, junto a Rafael Briceño. Buen actor. Muy buen actor. En la película era el dueño del apartamento que servía de concha para retener al coronel Smolen y fue la primera vez que reparé en la palabra «textura» en referencia a una obra de arte. Mientras escondían una de sus obras en otro cuarto, para dejar el ambiente limpio de referencias, decía el pintor, interpretado por José Ignacio, una línea, que seguramente era suya, porque era coguionista del film: “Según los críticos, este cuadro tiene mucha textura… Ten cuidado, no me le jodas la textura…”.

–Pasaron los años y creció nuestra amistad –sigue Orlando Urdaneta-. Cuando lo tuve a mi lado, tiempo después, viéndolo estudiar su propio texto para hacer de cura en la película ‘Profundo’, de Antonio Llerandi, basada en la obra teatral del mismo nombre, de Cabrujas, era inconmensurable. Lo veía reírse de esas letanías escritas por él mientras decía: “Qué vaina tan loca”. Y volvía a reír. Me jugaba con él. Nos cocinaba en su casa, a Tania Sarabia y a mí, para proponernos una obra que no había escrito aún y probablemente nunca escribiría. Pero cocinando, rascándose la cabeza, sacándose los lentes como si los hubiera tenido enterrados en la cara por años… nunca más lo pude ver con otros ojos… era el genio. Él te hablaba y se reía contigo, pero tú lo sabías genio. Me parecía que descendía para tratarnos, a los mortales, porque le divertíamos.

Su presencia era ahora la presencia de la historia cultural de Venezuela. Las letras de su siglo. La esencia del teatro latinoamericano. El mejor registro del ser venezolano. El gran Acto Cultural que ha sido y es la venezolanidad.

Inscripciones en el muro

En la pared de la cárcel sobre la que se recorta el personaje están escritas unas letras, que parecen talladas con la uña. Consultamos a Luis Manuel Esculpi, conocedor de la historia de la izquierda venezolana, para que nos ayudara a interpretar los jeroglíficos.

–En una parte distingo “Dto Livia Gouverner” –dice Esculpi-. Se refiere al Destacamento Livia Gouverner de la FALN, que secuestró a Smolen. Esa película fue filmada en los tiempos del nacimiento del MAS. Mauricio Walerstein, el director, era amigo y en vez de contratar extras para una manifestación que aparece en la película, convocó militantes de la Juventud del partido. Y el dinero destinado al pago de los extras ingresó a las finanzas del MAS. Por eso, varios de los miembros de la Juventud del momento aparecemos en el film.

Antonio Llerandi completa el cuento. “Desde que Mauricio llegó a Venezuela fue muy amigo de Teodoro Petkof, que a su vez era muy cercano a José Ignacio Cabrujas. El efecto inmediato del secuestro de Smolen fue el desmantelamiento del aparato militar de la subversión, sobre todo en Caracas. El primero en caer preso era un aventurero que participaba de la lucha armada, delató a todos y fueron cayendo uno a uno. Por eso puede afirmarse el secuestro de Smolen fue el comienzo del fin de la lucha armada en Venezuela, donde solo subsistieron algunos focos rurales. El otro evento parecido, que ocurrió muchos años después, el secuestro de Niehous, pero su objetivo era netamente económico. Nada que ver con el de Smolen, cuyo fin era político”.

Tres días después de la liberación de Smolen, en Caracas, el 15 de octubre de 1964, un pelotón ejecutó a Nguyen Van Troi.

José Ignacio Cabrujas murió también en octubre, el 21, en 1995, en Porlamar.

Y Michael Smolen falleció en su casa del condado de Maricopa, estado de Arizona, el 13 de abril de 1987.

 

Lea el post original en Prodavinci.

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