Del fotolibro “Caracas desde el carro”, 1993 / Fotografía de Ricardo Jiménez ©ArchivoFotografíaUrbana

La ciudad efímera, de Ricardo Jiménez

Fecha de publicación: agosto 30, 2016

En la entrega #4 de la serie “Apuntes sobre el fotolibro” compartimos un texto de Sara Maneiro sobre Caracas desde el carro, de Ricardo Jiménez. El fotolibro cuenta con textos de Oscar Garaycochea y el diseño gráfico de Dieter Grossberg. Fue publicado en 1993 por  la colección El Espejo de la editorial Fundarte.

Ciudad mediada por un vidrio, atravesada por espejos retrovisores, por reflejos en los rostros de sus habitantes, por expresiones que se asoman y miradas pasajeras que se entrecruzan. Ciudad de encuentros en las paradas de autobuses y en los carritos de perrocaliente, a la luz de un tenue bombillo; ciudad del trueque y de las colas infinitas, de cadáveres de cerdos que se asoman entre peatones y motorizados, de besos y abrazos entre smog y luminarias. Ciudad de calles contrastadas, de medios-cuerpos a la sombra, de transacciones secretas y a oscuras. Ciudad de contraluz donde el asfalto y el Ávila son referencia obligada. Así es la Caracas del fotógrafo Ricardo Jiménez (Caracas, 1951).

En medio del caos citadino, que debemos en parte al crecimiento improvisado de la urbe y al exagerado protagonismo del automóvil, Jiménez desarrolla la serie de imágenes que conforman Caracas desde el carro (Fondo Editorial Fundarte, 1993), corpus que surge de su reencuentro con la ciudad en el año 1981, luego de pasar cuatro años en Londres estudiando fotografía. Con el ojo bien entrenado y con la curiosidad de quien busca reconocerse en el espacio que una vez habitó, Jiménez se convierte en un flâneur sobre ruedas, y convierte sus recorridos cotidianos en rutinas fotográficas, bien detrás del volante, o al lado del piloto, o como pasajero de un autobús durante los días de parada.

El libro aborda la capital venezolana de inicios de los noventa en palabras e imágenes y gracias al diseño de Dieter Grossberg. El dramaturgo Oscar Garaycochea, coautor del proyecto editorial en calidad de cronista urbano, dibuja en el ensayo inicial de la publicación el devenir de la ciudad antes y después de la llegada del automóvil, cambio que parece haber marcado de manera definitiva el ADN de los caraqueños. Sobre esa naturaleza de la ciudad expresa que “hoy puede mirarse a Caracas como un texto abigarrado y sin embargo nada complejo, que no termina de organizarse por un lado, cuando ya comienza a borrarse por el otro. Un texto escrito por muchas manos que no se toman en cuenta; algo trivial, efímero, corregido todos los días, vuelto a trazar, jamás fijado para siempre”.

En este contexto Ricardo Jiménez asume su tránsito por la ciudad utilizando el vehículo como camuflaje para captar al transeúnte desprevenido en su deambular, sumergido y envuelto por la efímera dinámica de la urbe. Junto con Caracas, el vehículo y el ciudadano comparten el protagonismo en su fotografía, cercados y liberados en un juego de planos, luces y sombras extremas; un caos visual que el fotógrafo ordena y transmuta en armonía, al tiempo que él y su mirada también conforman una parte activa del mismo.

Jiménez apuesta en sus trabajos por lo trivial y lo convierte en obra estética. “Acepta esa materia prima como algo autónomo, árido, crudo, incluso adverso a la obra que espera obtener. Por eso decide fotografiar aquello que, de acuerdo a todas las probabilidades, no sería fotografiado (…). Se trata de la apuesta sistemática contra una ciudad que parece no mirarse nunca y espera que los demás la observen”, comenta Garaycochea en el prólogo del libro.

Caracas desde el carro es una de las publicaciones venezolanas que forman parte de El fotolibro latinoamericano (Editorial RM, 2011), de Horacio Fernández, el primer volumen de un compendio de valiosos discursos fotográficos de la región enmarcados en una propuesta gráfica y conceptual donde imagen y texto comparten protagonismo, campos en los que los venezolanos han sabido destacarse: “Ricardo Jiménez es un paseante en la tradición de los fotógrafos rodantes, que empieza Robert Frank, quien hizo The Americans en la carretera. (…) El resultado es un mundo de sombras poblado de grandes automóviles y personas pequeñas, en el que se comercia sobre ruedas, la gente se amontona para subir a los vehículos y no hay nada más que ver que lo que se puede ver desde el carro”.

Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Del fotolibro Caracas desde el carro, 1993 (páginas internas). Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.
Portada del fotolibro Caracas desde el carro, 1993. Fotografía de Ricardo Jiménez. ©ArchivoFotografíaUrbana.

 

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