Desde Aristóteles a Tolomeo es sabido que el tercer círculo de los cinco en que se divide la tierra corresponde a la «zona tórrida». Los que osen acercarse a esta zona se convertirán en seres concupiscentes, como la escultura que el maestro Colina hizo de la reina María Lionza. Y es que tal y como dice el Tratado sobre el amor y los amantes de Ibn Hazm de Córdoba, en su capítulo sobre la fealdad del pecado: «La seguridad de domeñar los apetitos carnales se halla en los hombres» y más si estos viven en zonas abrazadoras. María Lionza representa los devaneos de lo masculino, para mala fortuna de nuestras mujeres de cuerpos no tan acentuados. El estatuto sobrenatural de María Lionza proviene de un cielo tórrido o un paraíso de deseos insatisfechos o poco asertivos.
El significado de este deseo es imposible de definir.
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