«Apuntes sobre el fotolibro» es una serie que analiza distintos fotolibros. En la entrega #8 presenta Fotografías, de Fina Gómez Revenga, acompañado con un texto de Lucía Jiménez. El fotolibro de Gómez se publicó en 1954, contó con los versos de la escritora francesa Lise Deharme y la traducción al español fue realizada por Alejo Carpentier.
La lírica de la imagen
Poderosas miradas, texturas ásperas y suaves líneas femeninas caracterizan las imágenes que la fotógrafa venezolana reunió en su primer libro. Por su magnífica calidad y por el trabajo que representa, su obra se considera parte fundamental en la historia de la fotografía en Venezuela
El 29 de noviembre de 1954 se imprimió en París el libro Fotografías de Fina Gómez Revenga. Así lo marca la última página del ejemplar número 2116 que guarda cuidadosamente el Archivo para la Fotografía Urbana en Caracas. Como cualquier tesoro, estas 40 imágenes traducen al papel una poderosa historia resguardada en miradas, texturas y poemas.
Fina ―Josefina― Gómez aprendió el arte de la fotografía por cuenta propia. Aunque nació en Venezuela (en 1920), la mayor parte de su infancia y adolescencia transcurrió en París. Desde temprano se interesó por la pintura y el dibujo pero su padrastro se negaba a que se dedicara al arte. A los 16 años compró su propia cámara y empezó a tomar fotografías. Cuando en Europa comenzaban a entreverse las amenazas de la guerra, la joven se trasladó a Nueva York donde hizo sus primeros trabajos como fotógrafa. De los libros aprendió sobre el revelado y de la práctica entendió de la composición, la iluminación y los valores de la imagen. Cuando regresó a Venezuela abrió su propio laboratorio en casa y se dedicó de lleno a la profesión.
Los años 50 significaron una transformación del lenguaje de la fotografía venezolana. Parecía enfocarse mayormente en las pautas estéticas que aportaban el fotoperiodismo y la imagen experimental o conceptual. Como lo explica Juan Carlos Palenzuela en su libro Fotografía en Venezuela 1960-2000, eran obras “que desde el reporterismo, el documentalismo y el realismo fueron definiendo temas y miradas de la modernidad”. Según Palenzuela, fueron Fina Gómez y Alfredo Boulton quienes continuaron con una “noción arte” que consigue apartarse del resto con un lenguaje creador propio que se traduce en la publicación de libros de fotografías.
De Fotografías de Fina Gómez Revenga solo se imprimieron 3055 ejemplares en los talleres Draeger Frères. 55 de ellos en papel Marais “Licorne” ―de extrema calidad― y firmados por la autora; y otros 3000 en papel Viélin Hélio. Algunos ejemplares todavía se consiguen a la venta. El libro, impreso con magnífico detalle, acompaña las fotografías con versos de la escritora francesa Lise Deharme en un ―exitoso― intento de vincular la lírica con la cargada emotividad de las imágenes. La traducción de los poemas en francés al español fue hecha por el reconocido escritor cubano Alejo Carpentier, quien se toma la licencia de incorporar también algunos comentarios de famosos literatos como Antonio Muiño y San Juan de la Cruz, entre otros.
De los rostros a las raíces
Fotografías es el primer libro que reúne los trabajos iniciales de Fina Gómez. Allí, los retratos marcan la pauta temática. Desde el comienzo, las imágenes de niños y hombres son tomadas en un entorno poético, aunque real y honesto. Los escenarios franceses contrastados con los venezolanos revelan el viaje de la autora. Unos ojos inocentes destacan ante las fauces de un león de piedra; un niño desnudo ante la pobreza de su hogar; un hombre que trabaja el pilón… Los detalles se dejan ver plasmados en el papel con una nitidez excepcional. El glamour francés se cuela entre las fotos a las mujeres de la clase alta. Personajes como Julieta Méndez o la Nena Gorrondona posan como para una revista de moda de la Caracas de los 50. Y finalmente se transforma en un recorrido natural, con sus primeras imágenes de árboles desnudos y raíces con formas sugerentes. Es un abreboca al tema con el que la fotógrafa continuaría trabajando en su siguiente libro Raíces (1956).
Las imágenes de Fotografías de Fina Gómez Revenga conservan una tridimensionalidad impecable: ni los árboles han perdido sus texturas ni los niños su inocencia. Hay cierta nostalgia que se combina con los textos como manuscritos. Como si cada ejemplar hubiese sido escrito uno a uno y cada imagen mantuviera su humanidad. La fuerza del blanco y negro juega con el claroscuro de los paisajes. La piedra áspera y recta converge con las curvas de un estampado y combina, a su vez con las delicadas líneas de la letra al otro lado de la página.
La secuencia de las fotografías parece transformar la inocencia en honestidad. Hace de los personajes unos héroes, mientras que juega con la sensualidad de la mirada femenina que luego se plasma en las raíces y troncos. El invierno desempeña un papel fundamental: los blancos de la nieve o de los cielos nublados acompañan aquel sentido de nostalgia. De nuevo, se trata de la lírica descubierta en la picardía de los niños, en el detalle impreso de la imagen, en la emotividad de los rostros y en la belleza de los versos.
Fina Gómez falleció en España el 17 de diciembre de 1997. Aunque la mayor parte de su archivo fotográfico se conserva en Francia, donde pasó sus últimos años ―en Venezuela se guarda poco de su trabajo―, su nombre no está por completo olvidado en la historia de la fotografía venezolana. Fue de las primeras exhibiciones fotográficas programadas por el Museo de Bellas Artes en 1969; 6 imágenes de su serie Raíces fueron las primeras en incorporarse a la Galería de Arte Nacional como inicio de su colección fotográfica en 1978. En 1992 ganó el Premio Nacional de Fotografía y ha sido reconocida en varias de las antologías sobre el recorrido de la foto en Venezuela. Aparece en Venezuela 40 años de fotografia artistica na Venezuela (Museo de Arte Contemporáneo, Universidad de São Paulo, 1985), Anotaciones sobre la fotografía venezolana contemporánea (Monte Ávila Editores, 1990), El hecho fotográfico en Venezuela, 1847-1997 (GAN, 1998), Fotografía en Venezuela 1960-2000 (La Galaxia, 2001), Maestros de la fotografía en Venezuela (Total Oil and Gas Venezuela B.V, 2014), entre otros.
Fotografías de Fina Gómez Revenga podría ser reconocido como un pionero en el género del fotolibro en Venezuela. Puede verse luego, con la publicación de otros dos libros ―Les Pierres (1958) y 0 grados, norte franco (1964), con los poetas Pierre Seghers e Ida Gramcko respectivamente― que la combinación de la poesía con la imagen se hizo frecuente en el trabajo de la fotógrafa. Sin embargo, su obra se caracterizó por resaltar la morfología natural de las cosas.
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