Fotografía de la portada del fotolibro "La temperatura del miedo. Registro de rutina", de Juan Marroquín, 2016

Memorias portátiles desde el campo de asfódelos / Juan Marroquín y la exaltación de la rutina

Fecha de publicación: enero 24, 2017

En la entrega #14 de «Apuntes sobre el fotolibro» presentamos un texto de Elizabeth Marín Hernández titulado «Memorias portátiles desde el campo de asfódelos / Juan Marroquín y la exaltación de la rutina”, acompañado de una breve muestra de La temperatura del miedo. Registro de rutina del propio Marroquín. El fotolibro fue impreso por punctum, Atelier de Fotografía, en Barquisimeto, Venezuela, 2016, con textos de Marcel del Castillo y Erik Del Búfalo. Marroquín es arquitecto, fotógrafo, ganador del gran premio del vigésimo segundo Salón Bienal de Artes Visuales Héctor Rojas Meza.

La evidencia de las rutinas, diarias, nos conducen de manera continua a repensar(nos) en nuestros modos de existencia, basados en la repetición involuntaria de gestos, de acciones, de espacios temporales que pueden, de manera no casual, convertir a las presencias en ausencias dentro de la permanencia de la ruina de tiempos presentes, que nos muestran su naturaleza temerosa, para captar en ellos las formas del olvido, de lugares ni buenos ni malos, posibles de emerger desde al reposo de las almas, desde el Campo de Asfódelos.

Imágenes de permanencia, de repetitividad, que requieren de afinar la mirada en el momento preciso en el que damos por seguro que todo está cumplido, dentro de los espectáculos cotidianos, y en los que se nos invita a detenernos, a disponer de un tiempo para creer de nuevo en el espacio del mismo y en la consciencia del continuo presente del que estamos hechos.

Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.

Juan Marroquín (San Cristóbal, Venezuela, 1982), traduce sus rutinas en imágenes, en medio de una necesidad de hacer presente su presente, su ensimismamiento en cuanto a “una memoria de alto nivel, que es una memoria de recuerdo o de reconocimiento, una convocatoria deliberada o una evocación involuntaria de recuerdos ya sea autobiográficos o de saberes, creencias, sensaciones (…)»[1]. Y con ellos apuesta a la conservación de la misma, a partir de su medio, el medio fotográfico, su espacio de presentación, el álbum como lugar de fisicidad de su memoria.

Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.

Una memoria hecha y construida con imágenes, colectadas desde y en las rutinas diarias del artista, quien intencionadamente decide capturarlas, cada día, a través de una percepción enfrascada en la exaltación de sí mismo como operador de las tareas, repetidas una y otra vez, y que para ser entendidas deben ser llevadas al pequeño formato que significan estas imperceptibles tareas, del mirar los ambientes micros que nos rodean y que finalmente detentan la significancia de un tiempo puro, un tiempo sin imágenes que deben ser construidas para comprender que las rutinas son las que elaboran a las existencias.

Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.

Desde la concepción de lo pequeño, de lo prácticamente inapreciable, Marroquín emprende una visión consciente de continuidades fragmentarias, en permanente transformación, al igual que su memoria, una zona intersticial de reposo alterado, visto en el temor aparente con el que interviene su presente como crónica, como libro de confesiones, en el que participan sus recuerdos del espacio habitado, sus vivencias, su tiempo puro de individualidad, señalado como lugar de verdad y de vida, que atañe a las imágenes fotográficas en tanto a la realización de un inventario, del registro de su tiempo presente, de su memoria deliberada, pero ambiguamente involuntaria.

Su álbum, particular y personal, halla su asidero en los recuerdos de su presente. De allí la exaltación de la rutina, no en vano él mismo lo ha denominado La Temperatura del Miedo. Registro de Rutina (2016)[2]. En él se manifiesta su hacer repetitivo, continuo, de una consciencia imaginal conducida desde los Campos de Asfódelos, en los que se encuentran las almas de aquellos que tuvieron una vida equilibrada respecto a los conceptos representativos del bien y el mal, pero que se descubren prisioneros de su hábitat.

Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.

Marroquín desea, deliberadamente, mostrar la inquietud de la repetición, lo ambiguo de lo estacionario, lo movible de lo inamovible en el posible desprendimiento de la imagen impresa, pues ella está pensada para ser separada, sacada y llevada a otro lugar posible, lejano al equilibrio de la rutina que nos presenta.

Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.
Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.

En este sentido La temperatura del miedo. Registro de Rutina, escapa del formato del fotolibro, no en el hecho narrativo que Marroquín nos exterioriza en la ilación de sus imágenes, sino en la perspectiva de ser un elemento portátil, de memorias factibles de ser trasladadas, de intercambiarse, pues, dentro del mismo texto las imágenes pueden ser movidas, desprendidas de sus páginas, ya que al igual que los recuerdos, ellas posibilitan la acción intersticial de nuestra memoria, de nuestro presente, mezclado con los recuerdos de aquellos álbumes de otros tiempos en los que se disponían las imágenes dependiendo de las emociones de las presencias.

Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.

De allí que Marroquín restablezca una memoria de imágenes viables de ser leídas en diversos registros mnemónicos, factibles de generar lecturas múltiples, pues, sus intencionados imagos parten del encuentro consigo mismo, con su tiempo puro, hecho emblema, en su particular reconocimiento, y otro por medio del cual escapa esa memoria personal para acceder a la nuestra dentro de la evocación de los viejos álbumes fotográficos, https://elarchivo.org/wp-content/uploads/2022/07/037929.jpgvados en las memorias colectivas de nuestros recuerdos, en los que se tejen historias imaginadas al momento de alterar el orden del discurso visual entregado por Marroquín, en este intencionado formato capacitado para unir hilos narrativos simultáneos, individuales y colectivos.

La temperatura del miedo. Registro de rutina, concebido y pensado como un texto visual, pleno de imagos de recuerdos presentes, activa diversas áreas de significación capaces de acudir de manera continua al recuerdo, a las rutinas y a los registros inutilizados. Debido a que su puesta en escena dentro del campo de los fotolibros actuales, nos impele a volver la mirada a aquellos, otrora, espacios de presentación de la fotografía: el álbum. Un elemento, en nuestra cultura actual, ya concebido como ruina dentro de los existentes sistemas de reproducción. Un álbum de pequeño formato, portátil, modesto en su presentación, pero capaz de ubicarnos en el campo del olvido, en el que surge la necesidad de reencontrarnos con las materias emocionales que nos conforman.

Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.
Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.

Álbum que nos transporta al descubrimiento de una ruina, que revive nuestras viejas mnemónicas, nuestras rutinas, desde el efecto y el afecto que produce la mirada que le dirigimos, en medio del conocimiento de los pasados/presentes de los que estamos constituidos, de nuestras tradiciones en tanto a la presentación olvidada de las imágenes, y donde las rutinas de Marroquín, ahora exaltadas por la imagen fotográfica, hallan un nuevo asidero en aquello parecía perdido, o por lo menos distante.

Del fotolibro La temperatura del miedo. Registro de rutina. Juan Marroquín, 2016.

La temperatura del miedo. Registro de rutina se hace perceptible dentro de un tiempo puro, externo a lo establecido, un tiempo atrapado por este formato, el del álbum, cambiable y trasladable, capacitado para hacer surgir dentro de la sensibilidad del recuerdo y de la evocación las vías de escape con las cuales debemos volver a disponer del tiempo para retornar a creer en nuestros espacios, en nuestras rutinas, en la ruinas que evocan nuestras historias, ya que de ellas provienen las materias de las que estamos hechos.

***

[1] La Temperatura del Miedo. Registro de rutina de Juan Marroquín fue impreso por punctum, Atelier de Fotografía en la ciudad de Barquisimeto-Venezuela, 2016, con textos de Marcel del Castillo y Erik Del Búfalo.

[2] García Peñaranda, Christopher Bernard: “La gestión social del recuerdo y el olvido: reflexiones sobre la transmisión”, en: aposta, Revista de Ciencias Sociales, nº 49, Abril, Mayo y Junio 2011. En: http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/cbernard.pdf

 

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