Los sangre de toro
obscuros
amanecieron cantando
hoy viernes de mañana.
Van siempre
en bandadas
(por eso
escribo este poema).
Sus parientes alados
más cercanos
tienen el pecho
rojo encendido
y se paran
a vocalizar modestos
sobre un alambre
de púas.
Pero los obscuros ¡no!
van en camadas de aves
con la pechera
roja hollinezca,
y de allí nace
lo que saben cantar:
breves sonidos
como chispazos
encadenados,
que todos
trinan
iluminando el pico
plateado del otro:
eso los mantiene
juntos
entre las ramas
del orégano.
Se perfuman de orégano
los días de semana
con audacia silvestre.
Luego…se van
mas alto incluso
que los tallos
del yagrumo
en medio
de la selva húmeda,
y se pierden
juntos,
inseparables,
en la otra negrura vegetal
donde se iluminan
con chispazos.
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