Trinidad y Tobago, 1938: Autor desconocido ©Archivo Fotografía Urbana

Álbum de Familia: Tomis

Fecha de publicación: julio 4, 2022

Y llegué al puerto de Tomis,

a su musgoso atracadero

con trozos de amarres de otros barcos

      que se lanzaron a la mar

más profunda que el color del espliego.

Eran años en los que deplorábamos

el hedor superlativo de las utopías.

Sobre el atracadero flotaba una niebla,

un alijo de incomprensibles discusiones.

     A la cubierta de un barco:

subieron todos los miembros

     de una compañía de ballet,

      algunos músicos

como el compositor George S…

una pareja de pintores,

el futuro novelista con su familia

y muchos poetas que según

el Partido Comunista vivían

una existencia promiscua.

      En la popa del buque

      posaba un filósofo

      cercano a un teólogo.

Estos lanzaron desde cubierta,

jirones de papel y servilletas

   escritas con maldiciones:

   eran extrañas anclas de temor

   antes de surcar el mar

   de los desterrados.

   Al final partieron:

   ¡Váyanse, señores! …

Y luego, las preguntas idiotas

que hacían los dueños de las tiendas

   de ultramar.

Cuando llegué a Tomis

entraba un barco sin banderas.

El piloto degustaba un plato

   de lentejas.

¡Qué alegría de ahogados!

   Yo fui a Tomis

cuando ya todo había sucedido,

   aunque podría decir:

que estos hechos siempre ocurrirán

   una vez más.

   Es por eso que la épica

   de este poema

                    me da risa.

La pequeña ciudad portuaria

   era una caja con despojos

y una herrumbre tan verde

   en ventanas y balcones.

Aunque alguien aseguró que

los que habían emigrado

   lo hicieron también

pensando en la posible sabiduría del regreso.

Lea también el post en Prodavinci.

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