Alexander Apóstol

Alexander Apóstol: “Venezuela ha implosionado, y no en dos mitades, sino en mil pedazos”

Fecha de publicación: marzo 14, 2022

Su serie “Pasatiempos”, una exploración interdisciplinaria de los estereotipos y prejuicios de la masculinidad, se exhibe en Madrid hasta fines de abril, cuando expondrá individualmente en Venezuela

Las fracturas del proyecto modernista latinoamericano, incluida Venezuela, en sus aspectos artístico, político y social, son el centro de las series de Alexander Apóstol (Barquisimeto, 1969), un artista visual que busca generar preguntas, como se concibe este creador cuya muestra Pasatiempos se expone actualmente en Madrid.

Se trata de doce fotografías y collages realizados entre 1995 y 1997, sobre los estereotipos y prejuicios en torno a la masculinidad y la homosexualidad en el contexto latinoamericano, que se presentan hasta el 17 de abril en la capital española, en una alianza entre el Archivo Fotografía Urbana de Caracas y La Fábrica Photo España Gallery.

Apóstol reside en la capital española desde hace 20 años. Con estudios de fotografía con Ricardo Armas, e Historia del Arte en la Universidad Central de Venezuela, aborda el hecho estético como un investigador que busca exponer las fracturas del proyecto modernista latinoamericano a través de series en las que vincula la historia del arte (arquitectura, arte), política (autoritarismo, populismo, democracia) y género (masculinidad, queer).

“El Indio”, de la serie Ensayando la postura nacional, 2012: ©Alexander Apóstol

-Más que un fotógrafo, usted parece un artista interesado en fenómenos visuales y sociales. ¿Cómo se ubicaría a sí mismo en ese sentido?

-Sin duda como un artista visual que buscar generar preguntas. Mi principal interés es la construcción de la identidad. A partir de ahí me interesa la historia social y política, la historia del arte, la arquitectura y el diseño, los estudios de género, lo político.

“Mis líneas de investigación van más allá de la fotografía”, añade. “Tuve la suerte de poder ser alumno de Ricardo Armas, por tanto mis inicios fueron como fotógrafo, pero actualmente, y quizás por mi formación en historia del arte, inscribo mi trabajo dentro de la escena del arte contemporáneo. Aparte de la fotografía, trabajo con cine y video, y he invitado a colaboradores de diversas disciplinas para trabajar en mis proyectos. Es así como dentro de mi trabajo podemos ver pintura, dibujo, danza, música, diseño, escritura creativa. Eso me ha permitido explorar otros campos. Sin embargo, la trayectoria de un artista es una ecuación donde tus líneas de investigación se apoyan en tu dedicación y en las oportunidades que se generan”.

“Generalmente planifico mis proyectos en forma de series”, explica. “Cuando decido el tamaño de las copias, el número de imágenes o la posible inclusión de video, no solo tomo en cuenta de qué forma se narra un trabajo, sino también cómo se expone. Es parte de su narrativa”.

Su obra ha sido expuesta desde 2004 en las más reconocidas bienales del mundo (São Paulo, Estambul, Cuenca, Praga, San Juan de Puerto Rico, Venecia), colectivas en Ginebra, Madrid, Berlín, Rotterdam y Ciudad de México, entre otras ciudades, y de manera individual en Caracas, Los Ángeles, Barcelona, Nueva York, Cambridge, Madrid y Lima.

Photobolsillo Alexander Apóstol. La Fábrica y Archivo Fotografía Urbana. (CORTESÍA DEL ARTISTA)
Club Matador. Partidos Políticos Desaparecidos. Madrid, febrero de 2022. (CORTESÍA DEL ARTISTA)
ARCO. Galería Mor Charpentier. Regimen: Dramatis Personae. Madrid, febrero de 2022. (CORTESÍA DEL ARTISTA)

-¿Qué puede decirnos de la muestra de Madrid?

-En este mes he exhibido en tres lugares en Madrid: esta individual en La Fábrica, a partir del Photobolsillo que publiqué con ellos junto al Archivo Fotografía Urbana. Las otras dos fueron una colectiva en el Club Matador (Partidos Políticos Desaparecidos), y en la Feria de ARCO con la galería Mor+Charpentier de París, donde exhibí la serie Regimen: Dramatis Personae, que presenté por primera vez en España, y será la obra central de una próxima retrospectiva en el CA2M.

Consta –explica- de cien imágenes que son retratos de personajes arquetípicos de la sociedad venezolana post-chavista interpretados por colectivos LGTBIQ+ y se presentará conjuntamente con el MUAC de Ciudad México, el MARCO de Monterrey (México) y el MAMBO de Bogotá.

ARCO y La Fábrica. Portafolio Pasatiempos. Archivo Fotografía Urbana y Galería Mor Charpentier. Febrero, 2022. (CORTESÍA DEL ARTISTA)

-Como analista de la posmodernidad, ¿cuáles son los cuestionamientos que plantea través de sus imágenes?

-Más que un analista, prefiero pensar que soy un testigo. No solo del tiempo en que vivo, sino de lo que mi tiempo habla sobre otros tiempos. La modernidad me interesa como la herramienta de cambio de una sociedad que venía con ganas y esperanzada. Sin embargo, muchas de esas esperanzas se convirtieron en promesas nunca resueltas o que llegaron deformes. La sociedad heredera de la modernidad fue una sociedad más crítica, más abierta, más educada, pero también más viciada. La modernidad logró darnos un empujón acelerado a otras formas de entendernos social y políticamente.

“Hoy día siento que el chavismo, que es producto directo de nuestra construcción de la democracia, y por tanto de nuestra modernidad, nos vuelve a dar otra oportunidad de entendernos políticamente, pero desde un lugar más oscuro y más distorsionado. Creo que ahora se nos hace más difícil reconocernos en el espejo, por tanto tenemos otra oportunidad para repensarnos, definirnos y reconocer los vínculos entre aquella modernidad, lo que fuimos, y lo que somos ahora”, prosigue.

-También está muy presente en sus series el arte de los años 50, Centeno Vallenilla, Soto, Cruz-Diez…

-Sí, entendernos socialmente es impensable si dejamos de lado nuestra historia en el campo creativo. El legado artístico es una poderosa herramienta para reformular o interpelar a nuestra sociedad a través de conceptos o metáforas. Entender nuestra democracia, cincelada en los setenta, es imposible si dejamos de lado el arte cinético. O de cómo el arte de Centeno Vallenilla sirve de puente o enlace entre los regímenes de Pérez Jiménez y el chavismo, y sus respectivas y floridas lecturas sobre el militarismo. Pero no solo los artistas venezolanos, también he trabajado con la obra de Siqueiros o con documentalistas argentinos de los 40. Además, me interesan igualmente otras formas de creatividad, incluso las matemáticas, para formular otros relatos.

“La Miss que no conoce otra historia” y “El indígena que ha sido marginado y que vio esperanzas”. De la serie Regimen: Dramatis Personae, 2017: ©Alexander Apóstol

-Su fotografía rompe categorías: evidencia, pero no es documental; apunta a una estética, sin llegar a ser exclusivamente artística, ¿cómo definiría su personalidad fotográfica?

-Tengo mucha curiosidad por las imágenes, y desde hace mucho me di cuenta de que no todas se explican de la misma forma. Con ellas me interesa sugerir, interpelar, seducir, provocar; por tanto, el arco de acción de mis proyectos opera de diversas maneras. No sé si hay una palabra que lo resuma conceptualmente, pero con esta definición me siento cómodo.

-¿Cómo asume el bombardeo de información visual que atenta contra nuestra capacidad de análisis?

-La actual explosión de producción de imágenes también tiene el poder de banalizar las imágenes a través de la reiteración incesante. ¿Cuántas veces vemos al mismo chico frente al espejo de un gym o de un baño? O al mismo gato o al mismo bebé haciendo gracias. Generalmente son imágenes directas y sin mayor fondo. Pero a pesar de que hoy es un reto poder atrapar al espectador con imágenes, los artistas seguimos conservando la oportunidad de ofrecer otros contenidos a través de otras sensibilidades o conexiones.

A fines de abril, Alexander Apóstol estará entre nosotros, con motivo de una nueva individual en Beatriz Gil Galería, de Caracas. Todavía trabaja en la selección de los trabajos a exponer, pero es seguro que estará la serie Ensayando la postura nacional, de 2012, que aborda la inclinación histórica de Venezuela hacia el militarismo.

-¿Cómo ve la Venezuela de la migración? El país de adentro y el país de afuera.

-Venezuela ha implosionado, y no en dos mitades, sino en mil pedazos. Hay tantas Venezuela como dramas posibles. El fulminante desangre migratorio seguramente es nuestro mayor drama de las últimas décadas; sin embargo, me resulta igualmente dramática y grotesca la proliferación de bodegones, el encaje y reacomodo de las élites, y lo que ello implica. Ambas realidades son parte de lo mismo, y ambas nos definen. Lograr una sociedad que no nos escupa hacia afuera, que sea inclusiva y que nos dé vías de otras forma de convivencia, es el gran reto que tenemos por delante.

 

 

Lea también el post en la web del diario El Universal.

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