Qué rápido trabaja el olvido. Nadie sabe cuándo y dónde fue tomada esta imagen, guardada, por lo menos, en el Archivo Fotografía Urbana. Nadie recuerda cómo se llama la joven que baila con Rafael Caldera (no sabemos si entonces era presidente o estaba en campaña) y que por la banda que le cruza el pecho deducimos que es la reina de una feria o fiestas patronales. La audaz minifalda deja al descubierto unas piernas tan formidables como las que inspiraron los versos del poeta mexicano Francisco de Terrazas: “¡Ay basas de marfil, vivo edificio / obrado del artífice del cielo, / columnas de alabastro que en el suelo / nos dais del bien supremo claro indicio!”; sin embargo, pese a la desenfadada exhibición sabemos que es una muchacha tímida: casi desmayada reposa la mano que debería aferrar la espalda del compañero.
En cónclave de bailadores hemos determinado que es joropo lo que moviliza esos zapatos. Lustroso charol, los de él; luminoso blanco, los de ella (ah, lejanos tiempos del Griffin, cuánto decoro y pulcritud nos deparaba). Ambos de fiesta. Es, justamente, la albura del calzado de la reina, así como el flux que domina en la indumentaria de casi todos los hombres, lo que nos lleva a concluir que no es una ternera en una finca sino un almuerzo en el patio de una casa. Probablemente, en el llano y sí, con toda seguridad es joropo lo que los enlaza. Baile muy complicado, que entraña vueltas y zapateado, es evidente que exige la concentración de Caldera quien aprieta los labios y observa el piso de cemento pulido donde ha de trazarse el escobilleado.
–RC era un verdadero as bailando joropo —confirma su hijo menor, Andrés Caldera Pietri— y cuando lo hacía con nuestra madre se hacían ruedas para verlos bailar. Recuerdo que Yolanda Moreno, en una emisión del programa de televisión ‘Horangel y los doce del signo’, transmitido en tiempos de la campaña de 1983, certificó lo buen bailarín que era. Y destacaba también en el vals y el tango. En el libro de fotografías que hicimos con Todtmann Editores, para el centenario de su nacimiento, mi padre aparece en dos imágenes bailando con nuestra madre.
Andrés Caldera comentó también que había hecho consultas para determinar la posible fecha de la foto y que había recabado varias opiniones que la ubicaban en la campaña del 68. “Es muy probable, pero no descarto que sea en la del 63”.
Rafael Antonio Caldera Rodríguez nació en San Felipe, estado Yaracuy, el 24 de enero de 1916. Fue candidato a la Presidencia de Venezuela en seis ocasiones, de las que dos le depararon el triunfo: en el período 1969-1974, y del 1994 al 1999. La primera de esas candidaturas fue en 1947, un año después de la fundación del partido socialcristiano COPEI, iniciativa que se le acredita, en esa ocasión perdió ante el novelista Rómulo Gallegos, abanderado de Acción Democrática. Su segunda postulación fue en las elecciones de diciembre de 1958, cuando perdió ante Rómulo Betancourt. La tercera sería 1963, cuando resultó elegido Raúl Leoni. La cuarta, en 1968, le supuso el triunfo sobre Gonzalo Barrios y recibió el cargo el 11 de marzo de 1969. Al pasar los diez años que entonces reescribía la Constitución, regresó a la contienda en 1983, que fue el año del ascenso al poder de Jaime Lusinchi. Y en el 93 regresa por sus fueros para ganar nuevamente, esta vez al frente de Convergencia, mejor conocida como El Chiripero.
En esta fotografía tiene el cabello totalmente oscuro, pero la verdad es que siempre lo tuvo así. En 1963 tenía 47 años y en 1968, 52. Una pista para calcular el año en que transcurrió este día es el maquillaje de las mujeres cuyo rostro puede detallarse. Las tres tienen una línea blanca debajo de las cejas, que se extiende hasta completar un coqueto rabito. Ese trazo, pensado para destacar el arco superciliar, era la moda a finales de los 60 y hasta bien entrados los 70. Esto refuerza la idea de que el joropo con la reina habría tenido lugar en la campaña del 68.
De todos los convidados a la fiesta en el patio rodeado de cerca de malla ciclón, solo conocemos la identidad de uno —a excepción del presidente Caldera, naturalmente—. Se trata Jesús María Núñez, compadre y chófer por muchos años del yaracuyano, quien había sido preso y torturado por la Seguridad Nacional en la época de Pérez Jiménez. Acompañó a Caldera cuando se lo llevó la Seguridad Nacional, en agosto de 1957, para sacarlo de la contienda electoral, a la que iría como candidato unitario de la oposición en diciembre de ese año, que Pérez Jiménez convirtió en plebiscito. Núñez es el hombre moreno, de bigotes, camisa blanca y corbata, que está detrás, a la izquierda del jefe, a quien observa con una sonrisa afectuosa.
Cabe anotar que el hombre alto vestido de color claro (que está al lado de la reina) no es un fantasma de liquiliqui que ha empezado a rondar a Caldera. Si se fija uno bien, en realidad no es un liquiliqui. Es un traje de chaqueta con camisa. Podría ser el anfitrión, pero no sabemos. El olvido ha corrido más rápido que la necesidad de documentación.