Desde Aristóteles a Tolomeo
sabemos que el tercer círculo
de los cinco en que dividimos la tierra
corresponde a la zona tórrida.
Los que quieran acercarse
se transformarán en seres concupiscentes.
Así le aconteció
al escultor venezolano
Alejandro Colina
quien modeló un rústico
vaciado en cemento
de una reina indígena
de nombre María Lionza.
Y es que la seguridad
de domeñar
los apetitos carnales
no es fácil.
Alejandro Colina
no logró someter
sus fantasías
acentuando los rasgos
más febriles
de su reina aborigen.
Al escribir estas líneas con lentitud
he imaginado a las odaliscas
que danzaban en la mente de San Jerónimo
cuando leía con intenso detalle
El cantar de los cantares:
la misma lascivia
recubre a María Lionza
bajo este cielo torrido
de insatisfechos.
***
***
Lea también el post en el portal de Prodavinci.