El año 1873 fue uno de grandes conflictos, en una década en especial dura para la política de Venezuela. El aún presidente provisional general Antonio Guzmán Blanco, comienza a imponer un régimen cada vez más estricto en la sociedad venezolana y ordena salir del país a “quienes critiquen o desobedezcan la ley del patronato” y la forma en que el gobierno la ejerce. A la vez, el líder político –de claro temperamento laico– dio los primeros indicios de lo que sería su futuro enfrentamiento contra la iglesia y la religión, al prohibir a las instituciones aceptar primicias o herencias. Por último, secularizó los registros y cementerios, por lo que la estrecha relación que hasta entonces el catolicismo había sostenido con la sociedad del país, se resquebrajó poco a poco hasta terminar en una grieta de considerable y grave importancia.
Caracas, como centro de todo tipo de cambios culturales y políticos, reflejó de inmediato las transformaciones que ocurrían en el país. Tanto que la década sería recordada después, como la que hizo de la ciudad una especie de experimento arquitectónico a gran escala en la que perdió sus últimos vestigios de aire rural y provinciano. Guzmán Blanco reconstruyó a Caracas y terminó por convertirla (paso a paso y en ocasiones, a marchas forzadas), en un paisaje por completo distinto al que había tenido hasta entonces. Fue el comienzo de los grandes proyectos que levantaron edificaciones con aire europeo, de la búsqueda de Guzman Blanco por trasladar a la ciudad el aire sofisticado que había aprendido a amar en las grandes capitales europeas.
Para entonces, Federico Lessmann se había convertido en una figura de considerable importancia en el ámbito fotográfico del país. Era quizás el único fotógrafo que se había dado a la minuciosa tarea de reflexionar sobre el paisaje y el entorno, como una forma de registro. Lo había hecho además durante tanto tiempo con sus litografías y después imágenes fotográficas, que poseía una abundante constancia visual sobre las transformaciones de La Guaira y Caracas durante casi cuatro décadas. Semejante documento visual, hizo que la atención de otros tantos artistas se volcara al https://elarchivo.org/wp-content/uploads/2022/07/037929.jpgvo de Lessmann y de hecho, durante el año 1873 y debido a la considerable fama que había alcanzado por la pulcritud de su trabajo, participó en la famosa Exposición Internacional de Viena.
Se trató de una oportunidad única que le permitió a Lessmann mostrar su recorrido a través del arte visual como forma de memoria colectiva: El evento tuvo lugar del 1 de mayo al 31 de octubre de 1873 en Viena, con el tema “Cultura y Educación”. El trabajo de Lessmann formó parte de un pequeño módulo en el que se mostró cómo el artista capturó una ciudad en pleno crecimiento, lo cual fue considerado una curiosidad mayor en una Feria en la que la fotografía todavía era objeto de cierta desconfianza pública y en especial, no tenía demasiada relación con el arte. El grupo expositivo incluía fotográficas y estereoscópicas de Caracas y sus alrededores.
Por entonces, todavía se debatía si los experimentos en laboratorio de registro tenían valor artístico. Apenas en 1871, había sido creado el procedimientos de placas secas al gelatino-bromuro, lo que rebajó el tiempo de exposición a un cuarto de segundo y permitió a la fotografía diferenciarse de la pintura en específico por el tiempo en que se obtenían sus resultados. No obstante, la demostración de Lessmann– que mostró sus cuidados paisajes de la Guaira y algunos lugares de Caracas– fue uno de los puntos claves para demostrar que la fotografía podía ser algo más, que un conjunto de casualidades científicas afortunadas.
Para Federico Lessmann fue todo un descubrimiento: hasta entonces, su trabajo fotográfico había sido una pasión, que ahora tenía un claro objetivo que se había desarrollado de forma discreta a partir de su enorme interés por el documento visual. En 1876, en una litografía que después sería reproducida por El Cojo Ilustrado del 1 de julio de 1910, el fotógrafo muestra varias de sus imágenes más conocidas, como lo fueron la Vista de Caracas (1857) y La catedral de Caracas, junto con una vista de San Pedro Alejandrino, el Panteón y la casa natal de Bolívar, rodeando el rostro del héroe. En 1878, el fotógrafo ofrecía en su taller ampliaciones de todos los tamaños de lugares específicos de Caracas, así como también retratos con retoques artísticos de creyón y tinta, que le hicieron famoso en la ciudad en la que sus creaciones comenzaron a ser consideradas símbolos de estatus. Lessmann tenía un ojo de especial delicadeza para captar la personalidad de sus retratados y fue quizás el primer artista de la época, en asumir el hecho que una fotografía era mucho más que un milagro técnico y sí, una destinada a la conservación.
Una vida de logros
En 1883 y alentado quizás por su éxito en Viena, el fotógrafo llevó a cabo en Caracas una de las series más importantes que se tenga registro, para documentar la arquitectura de la ciudad. A través de la fotografía, documentó la Fachada de la Iglesia La Trinidad −hoy Panteón Nacional−, el ferrocarril de La Guaira y el Palacio Federal Legislativo. La serie de fotografías incluían, además, pequeños retratos que captaron el modo de vida de los habitantes de la ciudad en una época, en la que pocos artistas prestaban atención a detalles semejantes. La gran exposición –que celebró toda una vida de trabajo y en especial, el esfuerzo de Lessmann por mirar a Caracas como parte de la historia del país– fue quizás el último gran acontecimiento en la vida de Lessman, que falleció 10 de noviembre de 1886, sin dejar de trabajar un sólo día en su taller fotográfico y ofrecer sus servicios como fotógrafo.
Todavía considerado uno de los pioneros más intuitivos, sensibles y capaces de la fotografía venezolana, su recuerdo sigue sosteniendo toda una tradición de artistas que dedicaron buena parte de su trabajo al registro documental de la Caracas antes de las transformaciones de Guzmán Blanco. En el libro Fotografía Urbana Venezolana 1850–2009 de los autores Boris Muñoz, Vasco Szinetar y William Niño Araque, este último hace una sentida reflexión sobre el trabajo del artista: “Federico Lessmann es el protagonista de una empresa fotográfica realizada con las más rudimentarias técnicas, que exigían el conocimiento de química para la realización de los compuestos de revelado. La dificultad implícita en el traslado de aparatosos equipos de fotografía y su pasión por acercarse a la imagen paisajística, develan la complejidad de su mundo creativo que se expresó desde el daguerrotipo, las tarjetas de visita, las cámaras para grandes placas de colodión, los equipos estereoscópicos o de miniaturas. Su obra corresponde a un https://elarchivo.org/wp-content/uploads/2022/07/037929.jpgvo iconográfico testimonial de la Caracas del siglo XIX”.
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Fuentes:
Calzadilla, Juan. El grabado en Venezuela. Caracas: Fundarte, 1978.
Con la fuerza y verdad de la luz de los cielos (catálogo de exposición). Caracas: Funres-GAN, 1977.
Dorronsoro, Josune. Significación histórica de la fotografía. Caracas: Equinoccio, 1981.
Ernst, Adolfo. Obras completas, 6 vv. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1986.
Federico Lessmann. Retrato espiritual del guzmancismo (catálogo de exposición). Caracas: Museo Arturo Michelena, 1995.
Misle, Carlos Eduardo. La Caracas de Bolívar, 1. Caracas: Editorial Los Próceres, 1983.
Misle, Carlos Eduardo. Venezuela siglo XIX en fotografía. Caracas: CANTV, 1981.
Padrón Toro, Antonio. “Federico Lessmann. Hace 150 años”. En: Federico Lessmann. Retrato espiritual del guzmancismo (catálogo de exposición). Caracas: Museo Arturo Michelena, 1995.
Zawisza, Leszek. Arquitectura y obras públicas en Venezuela, siglo XIX, 3 vv. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1988–1989.
Muñoz, Boris, Szinetar Vasco y Niño Araque William, Fotografía Urbana Venezolana 1850–2009. Caracas: Grupo Econoinvest.
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