Retratos, paisajes y formas de la naturaleza prevalecen en la fotografía de Fina Gómez. El tiempo indomable, incapaz de detenerse, susurrando su paso entre olas, piedras y rostros, dejando la estela de su propio ir y venir. Su obra se impregnó de los recorridos geográficos que parecieron fusionarse con rutas personales, con búsquedas más íntimas que perfilaron un trabajo diverso que, sin embargo, se enlaza en lo elemental. Además de su natal Venezuela; Francia, Suiza, Brasil, Estados Unidos, Inglaterra, Argentina fueron algunos de los países en los que vivió o que visitó por distintas razones: “Viajes, exilios, regresos, mundos alterados se aferraron a su percepción. Ella los tradujo, reconstruyendo desde distintas matrices las marcas de la vida y la muerte, dilatadas mediante una visión encandilada del mundo como terruño”, sostiene la curadora Lorena González.
Las fotografías de su libro Raíces (1956) fueron tomadas en las costas de Barlovento, Venezuela; mientras que las de Las Piedras (1958) se realizaron en Carnac y Quiberon —en el departamento de Morbihan y la región de Bretaña— en Francia. De un contexto a otro, de una luz a otra, Fina Gómez profundizaba en cada trabajo.
Estos vaivenes perfilaron una mirada amplia capaz de recorrer distintos géneros y lugares y, a la vez, volver a lo fundamental: “Bajo la errancia cosmopolita, la mirada tan sólo ha retenido lo esencial, lo primigenio, aquello que siendo diverso, permanece inmutable, idéntico: raíces, incesantes raíces que se hunden, arraigan en la arena o cálidamente emergen inundadas de mar y luz; multiformes piedras cuyas azarística y devenida concreción, el ojo observa y amorosamente interroga, develándolas en su desnuda elementalidad”, señala María Auxiliadora Escobar. A lo que María Teresa Boulton agrega: “Fundamentalmente residenciada en el París junto a su madre Josefina Revenga, Fina Gómez tenía acceso a la mejor calidad de productos fotográficos: papeles, laboratorios, impresiones. No obstante, el país fue casi siempre el objeto de sus temas. Una primera época marca su obra fotográfica. Se trata de los ready mades, formas encontradas y producidas espontáneamente por palos, raíces, troncos, chatarras marinas, al borde del mar caribeño recordando extrañas figuras sensuales, lúdicas, antropomórficas”.
La naturaleza como receptora de la imaginación, el paisaje y sus posibilidades, se combinan con retratos de minuciosas composiciones y elegantes detalles, escenas casuales o poses selectivas, esmeradamente construidas que alternan miradas profundas con gestos espontáneos. De manera que su obra se asociaba a propuestas de autores nacionales e internacionales, entremezclando la huella de su época con la añoranza local.
“Sentía la necesidad, cuando venía a Venezuela, de captar la naturaleza que respiraba signos, formas, luz y sombras, atrapando su sensibilidad y sensualidad para devolvérselas a la imaginación, a los recuerdos de otras formas y de otras experiencias. Formas escencialistas que, para la fotógrafa, abordaban fines poéticos, líricos y conceptuales, como si fueron una vez las “equivalencias” (a partir de nubes) del famosos fotógrafo norteamericano Alfred Stieglitz”, sostiene María Teresa Boulton, quien, posteriormente, añade: “… la obra de Fina Gómez se inserta en su época: las imágenes de las antropomórficas raíces marinas son parientes de las fibras westionanas y los paisajes en la playa contienen el sabor visual de Boulton, Razzetti, Herrera, Orentas, Karpati, etc”.
Repasar las facetas y matices de su obra implica contemplar, a su vez, distintas áreas de la fotografía. Paisajes, personas y objetos van delineando metáforas y simbologías. Trabajó los elementos de la naturaleza: raíces y piedras de diferentes formas, texturas y tamaños; restos marinos o los efectos del oleaje y el sol en un barco encallado; formas sugerentes encontradas gracias a la sigilosa observación capaz de desentrañar misterios y extender tenues insinuaciones.
En un extracto de la biografía de Fina Gómez escrita por la investigadora Sagrario Berti para el libro Maestros de la fotografía en Venezuela (2014), se lee: “Sus fotos son formales, están formateadas bajo el modo de estética-pictorial-modernista, que hace de los sujetos-objetos-representaciones simbólicas, sugiriendo formas acabadas o “bellas”, cuyo fin es la contemplación o la evocación melancólica. Ninguna de sus imágenes es azarosa; están más bien exentas de instantaneidad”.
Observación y contemplación como punto de partida y llegada marcan este itinerario fotográfico, pausado y prolífero a la vez. El énfasis del símbolo y sus evocaciones ofrecen una aproximación a la realidad mediante representaciones visuales de las que se desprenden interrogantes que nos invitan a hacer nuestros propios descubrimientos, muchas veces camuflados entre siluetas y fragmentos que adquieren significación frente a nosotros, desnudando un secreto que, ante una segunda mirada, parece un grito ancestral o un estracto de los poemas que acompañan uno de sus libros (Raíces, 1956).
“¿Cual es el hombre universal que se esconde entre las raíces?
¿Cual ese profundo secreto que mora en el corazón de los Dioses muertos?
En el silencio de las noches antiguas anteriores al hombre
¿quien llama y reconstruye el mundo mediante el milagro de la voz?”
Pierre Seghers
Referencias:
Boulton, María Teresa (1990). Anotaciones sobre la fotografía venezolana contemporánea, Monte Ávila Editores, Caracas.
Boulton, María Teresa con colaboración de Escobar, María Auxiliadora (1993). Entrevista a Fina Gómez Revenga. En: Encuadre N° 42. May-Jun.
Gómez, Fina y Seghers, Pierre (1956). Raíces. Intercontinental del Libro, París.
González, Lorena (2016). “Solo una”. En: Papel Literario, El Nacional.
Maestros de la fotografía en Venezuela (2014). Total Oil and Gas de Venezuela, Caracas.
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