Gorizia, Italia, 1934.
En sus inicios fue un entusiasta seguidor del movimiento neorrealista italiano. En el año 1954 se instala en Venezuela y empieza a trabajar como fotógrafo en el estudio Arquifoto. Desde allí registra de manera muy particular interesantes espacios urbanos relacionados con el proyecto de integración de las artes y la obra crucial de la Ciudad Universitaria de Caracas. En aquellos años también conoce a Paul Strand y es profundamente influenciado por él.
Luego de una experiencia en Cuba en los primeros años de la década del 60, Gasparini se dedicó a recopilar escenas de la Ciudad de México, São Paulo, Los Ángeles y Caracas: estableciendo un vínculo sumamente humano entre las grandes metrópolis y las actitudes individuales dentro de ellas. A finales de los 70 colabora también con el Museo Paul Getty en Malibú y representa a Venezuela en la Bienal de Venecia en 1995. Es considerado por la crítica como uno de los fotógrafos más prestigiosos de América Latina.
En su proyección e incansable producción creativa destacan también importantes exposiciones en el Museo Internacional de Fotografía (Nueva York, Estados Unidos), en la Donnel Library Center Gallery (Nueva York, Estados Unidos) y en el Museo de Bellas Artes (Caracas Venezuela). Durante su experiencia en Cuba trabajó con Alejo Carpentier en el periódico Revolución y en el Consejo Nacional de la Cultura, momento en el cual su producción fotográfica resalta por mostrar un matiz ideológico al retratar el accionar político de la revolución cubana, fotografiando campañas de alfabetización, cosechas de las zafras de azúcar y parte del acervo arquitectónico de La Habana. Para el año 1967 regresa a Venezuela y continúa con su línea de fotografía documental enfocada en el estudio de la sociedad latinoamericana. Producto de esta extensa investigación se publica con texto de Edmundo Desnoes (escritor cubano) el fotolibro Para verte mejor América Latina (1972), reseñado por el curador español Horacio Fernández como un proyecto donde se “muestra la historia visual del continente y sus agudas contradicciones actuales, en una acumulación de detalles callejeros registrados en distintas ciudades americanas[1]”.
En la década de los 80 incursiona en el mundo de la producción audiovisual y paralelamente continúa ofreciendo múltiples exposiciones de su trabajo fotográfico, a través de propuestas a gran escala, fotomurales, gigantografías que revelaron una nueva visión de la fotografía como documento poético, urbano y social. Dentro de esta amplia producción destacan 23 Epifanías en el Museo de la Imagen y el Sonido (São Paulo, 1982), Mi corazón al desnudo en Caicara del Orinoco en Los Espacios Cálidos, Metrópolis, márgenes y asomados en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión (Quito, 1983), Epifanías en el XV Encuentro Internacional de la Fotografía, Espacio Saint Luce (Arles, Francia, 1984) y El cuerpo de Tina y El cuerpo del Che, exhibido en la Sala Mendoza (1993), entre muchos otros.
Actualmente este prolífico fotógrafo y creador audiovisual ha sido ganador de diversas distinciones dentro del mundo fotográfico y es Premio Nacional de Fotografía en Venezuela (1993). En la actualidad continúa investigando y mostrando diversas series fotográficas para el estudio y la profundización de la fotografía contemporánea latinoamericana. En el acervo fotográfico del Archivo fotografía Urbana también reposan varias reproducciones de algunos de sus más renombrados trabajos y varios fotolibros de este autor, entre los cuales destaca una de las primeras ediciones del fotolibro Para verte mejor América Latina (1972) y una de sus más recientes producciones editoriales KARAKARAKAS (2014), con textos de Victoria de Stefano y la coordinación editorial de Sagrario Berti.
En 2015 publicó un nuevo fotolibro, El reverso de las imágenes, que incluye 70 fotografías y textos en conjunto entre el autor y la narradora de Stefano. La serie se expuso en la Galería López Quiroga de México. Una selección de su obra forma parte de las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid y del MoMA, en Nueva York.
Sobre la obra de este fotógrafo escribe Berti: «Gasparini ha fotografiado a todos los sin voz que la esfera pública paradójicamente excluye: bajo el umbral de las urbes modernas —ya sea en Caracas, en México, D.F., São Paulo o Los Ángeles (California)— o en el cruce de fronteras y en metrópolis europeas (por ejemplo, París, Londres, Roma o Berlín). En las capitales latinoamericanas, toma a ‘los asomados’ de las ciudades amuralladas por cordones de miseria y calles o avenidas coronadas por avisos publicitarios. En estos espacios, la misión civilizadora del progreso, el ‘elogio de la modernidad’ parece una antinomia, como sí hubiera sido pensada para recapitalizar el sufrimiento del que nada tiene. En Europa se ha dedicado a fotografiar fotos de fotos: imágenes que se refractan y multiplican en las superficies translúcidas de las vitrinas. En ellas duplica el reflejo de los paseantes, voyeurs y vallas, carteles publicitarios o maniquíes. Registra ‘la apariencia’, tamizada y filtrada bajo la condición de copia».
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[1] Horacio Fernández, El Fotolibro Latinoamericano. Editorial RM. 2011. pág. 101.