Por Milagros Socorro.-El 27 de octubre de 1946 se celebraron las elecciones de las cuales saldría el cuadro de postulaciones con que los partidos políticos irían a la Asamblea Nacional Constituyente que habría de instalarse el 17 de diciembre de ese año.
Previamente, la Junta Revolucionaria de Gobierno, instaurada en octubre de 1945 tras el derrocamiento de Isaías Medina Angarita, promulgó un estatuto electoral que consagraba el sufragio universal, directo y popular. Ya en noviembre de 1945 se había nombrado la comisión que redactaría el nuevo estatuto electoral y un proyecto de Constitución. Esa comisión estaba presidida por el prestigioso Andrés Eloy Blanco y los otros miembros eran abogados independientes o con militancia en partidos de oposición, como Lorenzo Fernández, de Copei; Luis Hernández Solís, de URD y el catedrático Jesús Enrique Lossada, quien libraba al mismo tiempo una brega por la reapertura de la Universidad del Zulia.
Ese estatuto electoral, que fue considerado el más democrático del momento en América Latina, concedió el voto “a todos los venezolanos mayores de 18 años, sin distinción de sexo y sin más excepciones que los entredichos y los que cumplen condena penal por sentencia firme que lleve consigo la inhabilitación política”. De manera que los comicios de 1946 para elegir los delegados a la Constituyente fue la primera oportunidad que tuvo la ciudadanía venezolana para participar en el proceso político a través de la elección directa de sus representantes.
Archivo Fotografía Urbana
Un país tapizado de carteles
Una vez promulgados los decretos que limitaban la injerencia del Poder Ejecutivo a la entrega de los fondos para el funcionamiento del organismo rector de las elecciones; y garantizaban de la representación de las minorías electoras, se desató una campaña electoral como el país nunca había visto.
De ese momento son estas fotografías que guarda la Fundación Fotografía Urbana.
Los partidos políticos habían sido legalizados. Y todos tenían una gran necesidad de hacerse presentes en la vida ciudadana, que se vio entonces inundada con todas las formas de propaganda electoral disponibles para la época.
Estas imágenes corresponden a la campaña de Acción Democrática, que, según escribió Alberto Rodríguez Barrera, “se enfrentó en la calle, animada de su vieja mística combatiente, a sus adversarios ideológicos de siempre y a los recién incorporados a la liza política. No se burocratizó, sino que sus mejores dirigentes y militantes —con la excepción de quienes desempeñaban varios Ministerios y Gobernaciones de Estado— se quedaron en los rangos de la organización, saludable ejemplo que dieron los dirigentes obreros. Y por no haberse lanzado la militancia de AD sobre el presupuesto como si fuera botín de guerra, a un año de la Revolución [de Octubre] podían afirmar que, de los 7 mil empleados públicos del Distrito Federal, apenas 300 portaban carnet del partido”.
Consultado para esta nota, el historiador y actual secretario político de Acción Democrática, Pedro Benítez, observó que “en dos de las fotos vemos menciones al Nuevo Circo de Caracas, donde se hacían las concentraciones políticas en aquellos años. Es a partir de 1958 cuando empiezan a realizarse en El Silencio. También los congregados, sus vestimentas, las consignas, son propios de la Acción Democrática de los años 40, la AD histórica, inocente, artesanal. Morenos, jóvenes y mujeres”.
Las consignas —puntualiza Benítez—,”A paso de vencedores” y “Muerte la reacción” son heredadas por AD de su antecesor el PDN clandestino, inspiradas en la Guerra Civil española, acontecimiento que marcó a la generación de fundadores del partido.
Efectivamente, la frase “A paso de vencedores” no era un aporte de Acción Democrática a esa contienda. Se dice que ya en el siglo XIX resonó en la batalla de Ayacucho. Unos dicen que en boca del propio Antonio José de Sucre y otros, que fue una ocurrencia de José María Córdoba, entonces de 25 años, quien, izando su sombrero blanco de jipijapa en la punta de la espada, jaleó a sus hombres lanzándose él mismo al combate al grito de: “¡División! ¡De frente! ¡Armas a discreción y paso de vencedores”. También es orden de la Infantería de Colombia. Y más tarde salió a relucir en la campaña electoral del dominicano Joaquín Balaguer, acólito de Rafael Leonidas Trujillo, quien no sólo proponía que “Lo bueno no se cambia”, sino que animaba “Adelante compatriotas a paso de vencedores”.
En cuanto a “Muerte a la reacción” fue, ciertamente, muy común en la propaganda del bando republicano durante la Guerra Civil Española. Sus carteles —con frecuencia de gran belleza— la recogían como contraseña de distintos reclamos publicitarios, textualmente y en mutaciones como: “La unión del proletariado exterminará la reacción” o “El odio y la tiranía mueren. El amor y la felicidad nacen.”
Rafael Simón Jiménez, historiador y político, recuerda que “AD tenía en ese tiempo muy buenos creativos, fundamentalmente caricaturistas como Manuel Martínez ‘Manuel’ y Mariano Medina Febres ‘Medo’, creador, por cierto, en 1936, de ‘Juan Bimba’, la personificación popular del partido; y el propio Andrés Eloy Blanco, quien aportó el nombre de Acción Democrática y la letra del himno del partido, que tiene como música la conocida marsellesa”.
Archivo Fotografía Urbana
Pasado bochornoso
Millón y medio de votantes, —el 36 por ciento de la población y 92% del universo elector—, concurrieron el 27 de octubre de 1946 a esas elecciones. Hasta ese momento no había votado en Venezuela más de un 5 por ciento. Y no se registró ni un solo incidente que lamentar.
Los resultados darían una holgada victoria a la organización representada en estas fotografías: AD obtuvo 1 millón 100 mil votos (137 diputados); Copei: 180 mil (19 bancas); URD: 54 mil (2 bancas); Partido Comunista: 51 mil (2 bancas).
Años después, Jovito Villalba declararía: “Reconozco que Acción Democrática contaba con una mayoría que le daban sus antecedentes meritorios y dignos en la lucha por la democracia en este país y era el partido mejor organizado del país. Nadie hubiera podido disputar el triunfo a Acción Democrática”. (Gaceta del Congreso.)
Con semejante ventaja, AD recibió el control del cuerpo constituyente, que fue presidido por Andrés Eloy Blanco, y que sancionó la Constitución de 1947, donde definitivamente se instituyó el voto universal, directo y secreto para todos los cargos de representación popular.
En diciembre de 1947 se organizaron las elecciones para elegir al Presidente de la República y miembros del Congreso correspondientes al período 1948-1953. Concurrieron tres candidatos: Rómulo Gallegos, por Acción Democrática; Rafael Caldera, por COPEI; y Gustavo Machado por el Partido Comunista.
El autor de Doña Bárbara triunfó con 74% de los votos y asumió el poder el 15 de febrero de 1948. Nueve meses después sería derrocado, pero esa es otra historia. En ésta nos ocupamos de un momento en que se consideraba conjurado el pasado bochornoso. No era momento de pensar en un futuro bochornoso.