Por Milagros Socorro.- Alguien habrá puesto un banquito para que se parara Rómulo Betancourt, quien ha llegado a Caracas hace apenas unos días. Ha regresado de su primer exilio a toda carrera, impulsado por la muerte en lecho de enfermo del dictador que lo mantenía en el destierro. Habría transcurrido no más de un mes de la muerte de Juan Vicente Gómez, acaecida el 17 de diciembre de 1935, cuando ya el de Guatire se paseaba por las calles de donde había sido expulsado.

Por estos días, enero de 2016, se cumplen 80 años exactos del evento callejero recogido por esta imagen del Archivo de Fotografía Urbana. Rómulo Betancourt está de vuelta a su país tras la muerte de Gómez. Está a punto de cumplir 28 años. Había nacido el 22 de febrero de 1908. Y era político desde los 20, cuando los hechos del año 1928 lo reclamaron como líder estudiantil. Con compañeros igualmente movilizados a la lucha dirigió la primera manifestación popular contra Gómez. Había que ser muy determinado y valiente.

Había estudiado bachillerato en el Liceo Caracas (actual Liceo Andrés Bello), donde tuvo como profesores a personalidades como Fernando Paz Castillo, Caracciolo Parra León, José Antonio Ramos Sucre y a Rómulo Gallegos, quien era director del plantel.

En 1927 ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, ocupación que compartía con sus abundantes lecturas, la práctica del periodismo y la escritura literaria.

Tenia esa cabeza muy caliente cuando llega la Semana del Estudiante, del 6 al 12 de febrero de 1928, y se producen las manifestaciones protagonizadas por la Generación del 28, llamada así por su comparecencia combativa en las lides opositoras de ese año. Previsiblemente, la audacia le acarrearía, a Betancourt y a los otros, unas semanas de prisión, primero en el Cuartel El Cuño, y luego en el Castillo Libertador de Puerto Cabello, donde les pusieron grillos y los confinaron en un calabozo sin ventanas. Una vez liberado, estuvo en la clandestinidad unos meses y el 6 de junio (de 1928) se escapó saliendo hacia Curazao. No se le volvería a ver por Caracas sino hasta ese día, soleado y agitado por el entusiasmo popular, que capta esta entrañable fotografía.

En esos siete años y medio de extrañamiento estudió febrilmente, escribió artículos y cartas, viajó por Colombia, Panamá, República Dominicana, Perú, Bolivia y Trinidad, siempre denunciando los abusos de Gómez y buscando aliados para derrocarlo. En abril de 1931 se radicó en Costa Rica, donde viviría cuatro años, lo que faltaban para la muerte de Gómez. En ese país centroamericano fue profesor universitario, hizo periodismo y militó en el Partido Comunista Costarricense, de cuyo periódico, Trabajo, fue director. Allí conocería a Carmen Valverde, quien sería su primera esposa y madre de su única hija, Virginia, llamada así por la madre de él, Virginia Bello, quien lo dejó huérfano en la infancia.

Como evidencia esta foto, al poner un pie en Caracas retomó la brega política. El 11 de febrero de ese año (1936) aparece la primera referencia escrita de sus andanzas por suelo patrio. El diario La Esfera publica una entrevista con él, que titula: “Regresa al país Rómulo Betancourt”. No desaprovechará la tribuna, naturalmente. Allí alude abiertamente la oportunidad que ofrece la desaparición física de Gómez, de trabajar por la democratización del país. Y anuncia las tareas a seguir. “La primera y más urgente”, resume Germán Carrera Damas “es liquidar el gomecismo, es decir, el ‘chacharismo’, la represión salvaje a las ansias de libertad ciudadana, el continuismo como norma de gobierno y el peculado como sistema de administración. La segunda tarea necesaria, según Betancourt, para democratizar a Venezuela es revisar los contratos petroleros e impugnar las cláusulas onerosas para la nación. Y la tercera, la urgencia de crear un partido político de ‘orientación democrática y de raigambre popular’ que orientara la dinámica popular dentro de normas de acción disciplinada”.

Todo lo cumpliría. Con tal diligencia y falta de discreción que el 20 de octubre de 1939 la policía lo apresa y lo pone en el aeropuerto rumbo a Chile. Sería su segundo exilio, que iba a durar casi año y medio, hasta el 5 de febrero de 1941, cuando regresa nuevamente. El 13 de septiembre de 1941 tendría lugar el acto de instalación de Acción Democrática, celebrado en el Nuevo Circo de Caracas.

El 1º de marzo de 1936, unos días después de que se hiciera esta foto, Betancourt dijo en un discurso: “Nos dejó como herencia el gomecismo, con sus 27 años de paternalismo a la inversa, un país en quiebra, un país presa de problemas monstruosos, un país analfabeta, un país agostado por esa trilogía devastadora constituida por el aguardiente, el paludismo y los jefes civiles. Un país desvertebrado, no solamente por la ausencia de una red de vías de comunicación científicamente construidas, sino también por sus absurdos, por sus estúpidos rencores regionalistas, que están conspirando abierta, desembozadamente, contra la unidad de la Nación.”

En fin, en 1936, después de haber sido un perseguido, regresa por sus fueros quien estaba destinado a ser el patriarca de los adecos. Y llegó llamando a la unidad.