Por Milagros Socorro.-Los motivos que auspiciaron la visita del general de Gaulle a Venezuela quedaron en el olvido. Y si la propia comparecencia no quedó engullida por la desmemoria fue porque el héroe de la liberación de Francia de la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial era tan alto que ningún hotel de Caracas tenía una cama a su medida, de manera que hubo que hacerle una especial.
Yo misma crecí en los confines del país oyendo el cuento, que a mi padre le gustaba contar cuando nos arropaba antes de dormir. Solía ajustarnos las cobijas al cuerpo y al llegar a los tobillos algunas veces nos decía: “Ah, al general de Gaulle le hubieran quedado los pies en el aire si no hubieran corrido a hacerle una cama para un gigante”.
Era la primera vez en la historia que un jefe de Estado francés se encontraba oficialmente en América del Sur. La gira por diez países de América del Sur comenzó en Venezuela. El 21 de septiembre de 1964 el general de Gaulle y su comitiva, que incluía a su esposa, Yvonne Vendroux, llegaron al aeropuerto de Maiquetía, donde fueron recibidos por el Presidente de Venezuela, Raúl Leoni, y por el Gabinete Ejecutivo en pleno. Los ministros y sus esposas fueron emplazados en la pista de taxeo, frente a la tribuna presidencial.
Nada más pisar suelo venezolano, Charles André Joseph Marie de Gaulle (1890-1970) fue conducido a la tribuna reservada para los dos jefes de Estado y se oyeron los acordes de La Marsellesa, el himno de Francia, con un fondo de 21 cañonazos seguido por el Gloria al Bravo Pueblo.
De Gaulle dio un breve discurso. Dijo que esperaba que su viaje marcara “el inicio de una nueva era en las relaciones entre Francia y este continente, ya unidos por tantos lazos históricos y culturales”. Y agregó que el hecho de que Venezuela fuera el primero en recibir su visita no debía atribuirse únicamente a su ubicación geográfica, sino también a hechos históricos y entonces se refirió a Francisco de Miranda como “un gran venezolano, quien fuera también un gran francés, puesto que su nombre está inscrito bajo las gloriosas bóvedas de nuestro Arco de Triunfo”. En esta primera alocución, de Gaulle terminó diciendo “Vive le Venezuela!”
Un képi por encima de todas las cabezas
En el aeropuerto estaba Guy Daniel Duffaud, venezolano hijo de franceses quien entonces era alumno de primaria en el Colegio Francia:
“Al saber que iba venir el general de Gaulle ya el Colegio estaba en ebullición. No venía el presidente de Francia: venía le General, apodo que en este caso sonaba más bien a Libertador que a cualquier título militar. En aquel momento, el Colegio era regentado por los padres fundadores, marianos, y me imagino que de Gaulle era para ellos, más que el presidente de Francia, alguna sublimación de la Francia antigua y católica”
No todos los alumnos del Colegio Francia acudieron al terminal, pero la clase de Guy Daniel Duffaud sí que fe en pleno:
“Era un día soleado y muy caluroso. En aquellos días no había aire acondicionado sino espacios abiertos, terrazas para ver los aviones, todo lo que podía fascinar a un niño curioso de cómo funcionan las cosas y las maravillosas máquinas voladoras. Eso me interesaba mucho más que de Gaulle, aunque en mi casa había gran emoción. La colonia francesa había sido invitada con nombre y apellido a una gran recepción en el Círculo Militar y mi madre se había comprado un gran sombrero negro para estrenar en tan solemne oportunidad. Mi padre, ferviente gaulista, lograría estrecharle la mano. Eran otros tiempos, con otras nociones de decoro.
En algún momento llegó el avión oficial. Vi algo, de lejos. Yo estaba distraído. Pero la comitiva empezó a llegar y todo cambió. El niño que yo era se dio cuenta de que algo importante iba a ocurrir. A duras penas me abrí paso por las escaleras, tratando de reunirme con mi clase. No pude. Los vítores aumentaban. Traté de ver algo a través de la muchedumbre y los banderines. Estiré el cuello todo lo que pude. Y de repente vi de lejos un képi flotando sobre la muchedumbre, acercándose. Quedé inmóvil, fascinado por ese sombrero flotando, escondido a veces por brazos y manos alzadas, y a veces revelando algo de cabeza. Pero siempre dominante. Hipnótico. Inolvidable. Así vi a de Gaulle”.
Cien mil personas gritando vivas
De Gaulle, quien fue presidente de la República Francesa de 1958 a 1969, salió en un carro descubierto y escoltado por efectivos de Caballería desde el Aeropuerto de Maiquetía hacia el Círculo Militar, donde permaneció brevemente. Luego siguió hasta el Panteón Nacional, al primer acto oficial ya en Caracas. Según recogió la prensa de la época, más de cien mil personas dieron vivas al general de Gaulle a su paso por las avenidas Sucre, Fuerzas Armadas, Nueva Granada y Los Próceres. De ese desfile es la fotografía que ilustra que sirve de punto de partida a estas líneas.
La escritora y analista política Elizabeth Burgos, quien ha estado residenciada en Francia por décadas, dijo al ser entrevistada para esta nota que recientemente pudo verificar el conflicto que se le planteó al equipo organizador del viaje de Gaulle a América Latina, debido a la insistencia del general en hacer el recorrido en Caracas en vehículo descubierto:
“La seguridad se oponía aduciendo la reciente experiencia de Nixon y la manera cómo había sido tratado por la población. Teniendo en cuenta, además, la existencia todavía fuerte de los grupos armados que se sabía provenían del Partido Comunista. La influencia del PCV en la lucha armada era un argumento explicable para el equipo de la seguridad, debido a la postura radical de los comunistas franceses, en particular, los intelectuales, ‘compañeros de ruta del PCF’, en contra de de Gaulle, que hasta llegaran a tildarlo de ‘fascista’. Finalmente, de Gaulle impuso su deseo e hizo el recorrido, como se ve en la foto”
La seguridad de de Gaulle estuvo a cargo de La Sureté francesa, que envió un equipo encabezado por el jefe de la Guardia Presidencial del Elíseo. La prensa de la época recoge varias fotos de los policías franceses corriendo al lado del descapotable, muy lentamente, recibiendo los afectuosos saludos de los caraqueños.
El Colegio Francia no sería, por cierto, el único plantel cuyos estudiantes dieron su saludo al héroe de la resistencia francesa. También los de la Escuela Experimental Venezuela fueron sacados a la avenida México para que saludaran al paso del visitante con banderitas. Y lo mismo hicieron muchos otros colegios, incluidos algunos de monjas, y hasta los boys scouts,
Palabras de gratitud, plumas y guacamayas
Después de ese apoteósico desfile por Caracas, que marcaba la gira por América Latina con un inicio formidable por la euforia de las masas y por el hecho de que no se produjo ni un solo incidente desagradable, a excepción de los robos de los carteristas, quienes arramblaron en total con 150 mil bolívares, en varios golpes que fueron denunciados a la policía, y un peatón herido al ser arrollado por un camión militar que perdió los frenos en la Plaza El Panteón.
De Gaulle fue al Congreso Nacional de Venezuela, donde también dijo unas breves pero elocuentes palabras sobre el apoyo que se proponía ofrecer a la joven democracia venezolana y al presidente Raúl Leoni, quien había sido electo meses antes para gobernar durante el quinquenio 1964-1969.
”Hoy Venezuela goza de estabilidad constitucional. Su pueblo ha dado, el 1º de diciembre pasado, un bello ejemplo de coraje cívico al concurrir masivamente a las urnas. El traspaso de los poderes presidenciales se ha efectuado dentro del orden y la legalidad”
En este discurso agradeció el apoyo que “en las horas sombrías de la Segunda Guerra Mundial” Venezuela dio a la causa de Francia Libre y “la alegría que manifestó por la liberación de París, ciudad donde tantos venezolanos han ido a completar su educación”.
Después de esa comparecencia ante el Parlamento, el presidente de Gaulle recibió el collar del Orden de El Libertador en el Palacio de Miraflores.
Esa noche, el presidente Leoni y la Primera Dama, Menca Fernández de Leoni, ofrecieron una recepción de honor a sus huéspedes en la Casa Amarilla. La crónica Elba, en Últimas Noticias, informa que la velada, a la que asistieron según cálculo de la periodista unas dos mil personas, fue “una de las más hermosas y concurridas de los últimos tiempos”. En el patio central pusieron “un delicioso adorno de plumas con los colores de la bandera de Francia; y típicas guacamayas llamaron poderosamente la atención de los distinguidos visitantes”. La señora de Gaulle fue vestida de “marrón claro con incrustaciones” y doña Menca escogió un traje “blanco muy sobrio”.
Al día siguiente la agenda era tremenda. De Gaulle tuvo que ir al Concejo Municipal de Caracas, donde le fueron entregadas las llaves de la ciudad, mientras su esposa visitaba una casa hogar para ancianos.
Cerca del mediodía fueron al Círculo Militar, donde tendría lugar el agasajo a la colonia francesa residente en Caracas. De Gaulle descansó una hora antes, en la suite del Círculo Militar. Alguien ha recordado que durante esa recepción, un general del Ejército venezolano, que había realizado el curso de Estado Mayor en Francia y hablaba la lengua, le preguntó al visitante por las tres pequeñas medallas que lucía en el pecho. De Gaulle le respondió: “La primera, por el desembarco en Normandía; la segunda, como héroe de la Segunda Guerra Mundial, al asistir a soldados polacos en las hostilidades con el ejército ruso; y la tercera, por haber conducido a las tropas francesas frente a la invasión alemana”. Luego el General De Gaulle le preguntó a su interlocutor: “¿Y las suyas, general?”. A lo que el otro tuvo que tragar grueso para contestar: “Disciplina, civismo y orden cerrado”.
De la reunión con los compatriotas, los de Gaulle se fueron al almuerzo en la Embajada de Francia, pautado para transcurrir en la más estricta intimidad. Y a las 3:22 de la tarde los dos jefes de Estado hicieron su entrada al Aeropuerto de Maiquetía para dirigirse hacia la pista donde se había dispuesto todo para la despedida.
Atrás quedaba la enorme cama del héroe.
En julio de 2012, Nelson Bocaranda aludió al mítico mueble, al escribir en su columna: “Impacta oír al comandante [Hugo Chávez] quien si bien en 14 años nos tiene acostumbrados a oírle sus fantasías y falsedades, hoy nos cuenta más mentiras quizás producto de alucinaciones o elucubraciones medicamentosas. Entre ellas: ‘Saben que en La Viñeta está la cama donde durmió el presidente francés Charles de Gaulle, a quien, como era tan alto, tuvieron que añadirle un pedazo de madera y alargarla. Yo me acosté allí y me sobraba cama’. La verdad es que la noche del 21 de septiembre de 1964, gobernando el presidente Raúl Leoni, de Gaulle se quedó en el Hotel Ávila donde aún permanece esa cama”.