Tarjeta Postal Estados Unidos de Venezuela. “Monumento a Bolívar. Plaza de la Estación”. Caracas. Circa 1900
Por Lorena González Inneco.-El nacimiento de la tarjeta postal fue un acontecimiento que significó un punto crucial en la proliferación del hecho fotográfico a finales del siglo XIX. Surgió como la posibilidad de compartir con algún otro no sólo un retrato de sí mismo, sino un panorama amplio, idílico y accesible del entorno, multiplicando gracias a este ejercicio la existencia compartida de una gran cantidad de paisajes visitados que se convirtieron en iconografías seriadas pero particularizadas a su vez por la palabra: representaciones que surgían como la transmisión vívida de un tránsito.
La postal se crea con la finalidad de instaurar un mecanismo de intercambio más económico que superara la complejidad de la carta, sin sobres ni operaciones especiales. Tuvo un éxito indetenible en toda Europa, lo que la convirtió en uno de los principales medios de comunicación. En Venezuela comenzó a popularizarse a finales del siglo XIX cuando en 1898 el gobierno se suscribe a las regulaciones de la Unión Postal Universal. De las reglas especiales proscritas por la normativa de correos, el siglo XX favoreció la particularización de estos preceptos, permitiendo a editores privados el desarrollo de nuevas técnicas como la cromolitografía o postal coloreada junto a prácticas diversas donde fotógrafos, ilustradores, diseñadores y artistas le dieron a la postal un tono privilegiado que la convirtió en objeto de colección.
Nuestra actualidad se comunica bajo una prolífica multiplicación de imágenes y mensajes en redes sociales como el Instagram, el Twitter o el Facebook, las cuales son construidas a través de secuencias inmediatas que recuerdan el pulso demandante que tuvo la imagen y la palabra en la tarjeta postal. Encontrarnos con esta selección perteneciente al Archivo Fotografía Urbana, nos remite a un cruce prodigioso, no solo por el poder que emana de su estructura especial y de las posibles variables que esa cartografía postal pueda subrayar en la contemporaneidad, sino más aún por la verificación de los cambios urbanos que han sufrido esos entornos y de quiénes somos frente a ellos: permanencia y fugacidad de una experiencia detenida y trascendente que hoy navega por entre la voluble rapidez de territorios tan apócrifos como reales.