Naiguatá, S/f : Fotografía de Alfredo Cortina ©ArchivoFotografíaUrbana

Elizabeth Schön

Fecha de publicación: diciembre 17, 2020

Continuando con el homenaje a la poeta y dramaturga Elizabeth Schön y a su esposo Alfredo Cortina, fotógrafo y hombre de radio, el periodista José Pulido comparte unas líneas que escribió en honor a la poeta hace algunos años. Desde el Archivo Fotografía Urbana reproducimos lo publicado por el escritor en sus redes este miércoles.

Este es un poema que escribí para Elizabeth hace muchos años. Se lo dediqué a tres amigos comunes que siempre mencionábamos: Sonia Sanoja, Alfredo Silva Estrada y Patricia Guzmán. La fotografía es de su esposo Alfredo Cortina, cuya historia fotográfica está bien detallada en el Archivo de Fotografía Urbana

ELIZABETH SCHÖN

No sé qué mirada era esa
que se le estaba cayendo lacónica trabada
en máquinas azules de hacer silencios tiernos

Siempre estuve asombrado de que concordaran
su belleza de espíritu y su estancia femenina
luego leí a Descartes francesamente equivocado
diciendo que el asombro es una pasión desagradable mira tú

Respondía a un lado de la sala su pregunta
de violín en pubertad
quería saber por qué nunca usaba reloj
le dije que yo era un desértico sin números
y estábamos sentados en sus muebles de viuda
(sé que un perfume anónimo le servía de casa)

Luego me preguntó si había soñado con las ánimas del Purgatorio
y le dije que no, que no tenía idea

Nos miraba arropándonos haciéndole suplencia a las lagunas,
con esos parpadeos de joyas de corona de reina adormecida

Desde la adolescencia se quedaba inmóvil, pensativa
sin sospechar que querían quitarle la hermosura
los azares escondidos en el mortificado centro de la realidad

Las manos cruzadas como gajos de Ingres
temblando en su regazo cual tijereta rosada Tyrannus forficatus
y cantando libre en las espirales de la mente

Ella, deidad de la paciencia y la inocencia, debajo de su vestido adornado de levedades, blanquísimo violonchelo a punto de establecer una sinfonía con scherzos de muy bien alimentada soledad

Ella, la callada y sensata aparición en todo lo que el mundo posee de gruta

Creo que me atolondré con sus versos sinceros y todos aceptábamos que esa mañana se estaba haciendo tarde

hasta que ella sonrió y nos dijo convertida en frescura de los ventanales de los años cuarenta
que la humedad de los barcos es un anhelo.

 

 

Post original publicado en el Facebook del autor y publicado el 16 de diciembre de 2020.

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