Todos muy solemnes, muy acicalados. Se alinean hombro con hombro, pero entre ellos anida la traición. Uno de estos hombres está destinado.
Esta imagen de autor desconocido, incluida en la colección de la Fundación Fotografía Urbana, capta a los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG) y parte de su Gabinete Ejecutivo. El grupo, compuesto por hombres que en su mayoría no llega a los 40 años, posa en el Palacio de Miraflores, Caracas.
De izquierda a derecha: Antonio Martín Araujo, ministro de Comunicaciones; Ricardo Montilla, ministro de Agricultura; Edgar Pardo Stolk, ministro de Obras Públicas; Luis Beltrán Prieto Figueroa, ministro de Educación; Gonzalo Barrios; Capitán Mario Vargas, ministro de Relaciones Exteriores; en el centro, Rómulo Betancourt, presidente de la Junta; mayor Carlos Delgado Chalbaud, ministro de Guerra y Marina; Edmundo Fernández, ministro de Sanidad y Asistencia Social; Raúl Leoni, ministro de Transporte Manuel Pérez Guerrero, responsable de la Planificación; Juan Pablo Pérez Alfonso, ministro de Fomento y José Giacopini Zárraga, secretario de la JRG.
La fotografía fue tomada en 1947. Ha pasado, pues, más de un año del golpe de estado de octubre de 1945 para deponer al general Isaías Medina Angarita, confabulación que, según el historiador Germán Carrera Damas, tuvo por objetivo “derrocar el último acto de la Dictadura liberal regionalista”.
Para el momento en que los miembros del poder se plantan frente a la cámara fotográfica, el gabinete ha sufrido ciertos cambios, pero persiste la composición química: la integran civiles y militares. La Junta Revolucionaria de Gobierno se había creado la noche del 19 de octubre de 1945 con cuatro civiles, militantes de Acción Democrática (Betancourt, Leoni, Barrios y Prieto), un independiente (Edmundo Fernández) y dos oficiales: el teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud y el capitán Mario Vargas. Vale apuntar que Marcos Pérez Jiménez ocupó la Jefatura del Estado Mayor.
Uno y otro sector aspiraban a un cambio modernizador, que pasara por la sustitución en el poder de la antigua casta militar gomecista. Pero los juicios posteriores están divididos básicamente en dos bloques, el de quienes vieron en el 45 la instauración de la República liberal democrática y el rescate de la soberanía popular, como afirma Germán Carrera Damas; y el de quienes lo perciben como un cuartelazo orientado por la mentalidad militarista, como ha dicho Jorge Olavarría.
–En octubre de 1945 –afirma Carrera Damas– se instauró la República liberal democrática y se activó el pleno ejercicio de la soberanía popular, por primera vez, en función de la redefinición democrática del universo electoral; y de la modernización y democratización de los criterios y procedimientos atinentes a la formación, ejercicio y finalidad del Poder Público. De esta manera, a los cien años de haber sido reconocida la Independencia por la que fuera hasta entonces, jurídicamente, nuestra Corona; y de haberse legitimado con ello la procurada conversión de súbditos rebeldes en ciudadanos, se dio comienzo al cabal ejercicio de la Soberanía popular.
“Desde el inicio de su formulación, en 1945-1946, el Proyecto Nacional liberal democrático aportó, entre otros, tres logros fundamentales y perdurables: en lo social, el haber completado la sociedad venezolana, mediante el reconocimiento a la mujer de sus derechos ciudadanos; en lo sociopolítico, haber instaurado la Soberanía popular como principio legitimador de la formación del Poder público; y en lo político-territorial, el haber impulsado, mediante políticas genuinamente nacionales y participativas, la integración definitiva de la Nación. La personalidad histórica de Rómulo Betancourt está vinculada, de manera primordial, con la reformulación democrática del Proyecto nacional venezolano”.
AD, tal como explica Ocarina Castillo, apoyó a un sector militar en su proyecto golpista, “con lo cual se jugaba una carta demasiado importante al contradecir en la práctica el principio de la institucionalidad, que era uno de sus fundamentos como organización comprometida con la democracia y la participación”.
Para críticos como Jorge Olavarría, el 18 de octubre “un pequeño grupo de oficiales jóvenes de baja graduación derrocó un gobierno prestigioso, liberal, progresista, civilista y democrático, presidido por un militar que fue el primer oficial de carrera graduado en la Academia Militar, quien ejerció la Presidencia entre 1941 y 1945 sin atropellar, vejar, insultar, maltratar, apresar o exiliar a un solo venezolano. […] La dialéctica empleada para justificar el golpe al general Medina llevó a la denigración de los gobiernos anteriores presididos por militares, a los que se les descalificó con epítetos denigratorios como ‘chopo ‘e piedra’, ‘chácharos’, etc. Para diferenciar a los militares “revolucionarios” y “patriotas” de los anteriores, se desató una feroz campaña de descrédito, se enjuició y condenó mediante tribunales especiales a los generales López Contreras y Medina Angarita, se expulsó de las Fuerzas Armadas a oficiales de alta calificación profesional que no participaron en el golpe. Se hizo tomar parte a los militares ‘revolucionarios’ en las concentraciones políticas que se realizaron entre 1946 y 1947. Se nombraron militares activos en cargos de la administración civil y se recompensó con altos puestos a oficiales muy jóvenes de baja graduación. La similitud con lo que se ha vivido en los últimos años es evidente”.
La historiadora Ocarina Castillo es categórica: “Lo cierto es que esta jornada significó el inicio de un nuevo ciclo en la vida política de nuestro país: dio paso a la modernización de nuestro sistema político, permitió la emergencia de los militares académicos y abrió las puertas a nuevos actores políticos y sociales. […] los años 45 al 47 fueron de un activísimo proceso de institucionalización, reorganización y modernización de las Fuerzas Armadas Venezolanas, a partir de lo cual adquirió una gran importancia, desde el punto de vista organizacional y estratégico, el Estado Mayor General, instancia responsable de dictar las políticas y pautas para la institución”.
Simón Alberto Consalvi escribió, en 1991, que los años 1946 y 1947 había sido de gran sensibilización y movilización política. Esta foto es de esos tiempos. “El vértigo de la libertad”, anotó Consalvi, “poseía a todos los venezolanos. El 27 de octubre de ese año se elige la Asamblea Nacional Constituyente, votan el 92% de los inscritos en un país donde antes votaban apenas el 5%, en elecciones mediatizadas. La Asamblea se instala en enero y el 5 de julio se promulga la Constitución Nacional. El proceso va hasta el 14 de diciembre, elecciones generales para Presidente de la República, Congreso y Asambleas regionales y el 9 de mayo del 48 elecciones de los Concejos Municipales en los veinte estados”.
Efectivamente, tras varios meses de deliberación de la Asamblea Nacional Constituyente, se promulgó una nueva Constitución y se puso fecha a las primeras elecciones universales, directas y secretas de Venezuela.
Ninguno de los hombres que aparecen en esta foto (como tampoco los miembros de la Junta que no comparecieron a la llamada del fotógrafo) podía proponerse como aspirante en los comicios. Así lo había establecido el Decreto No 9 de la Junta Revolucionaria de Gobierno, de 22 de octubre de 1945, que disponía:
“…acatando el imperativo compromiso de antipersonalismo que tiene contraído con la Nación, y convencida de que gobernar es también educar con el ejemplo, dicta el siguiente Decreto. Artículo 1o. Los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela, creada la misma noche en que triunfó definitivamente la insurrección del Ejército y pueblo unidos, quedan inhabilitados para postular sus nombres como candidatos a la Presidencia de la República, y para ejercer este alto cargo cuando en fecha próxima elija el pueblo venezolano su Primer Magistrado. Rómulo Betancourt. Mayor Carlos Delgado Chalbaud. Raúl Leoni. Capitán Mario Vargas. Gonzalo Barrios. Luis B. Prieto F. Edmundo Fernández.”
En diciembre de 1947, Rómulo Gallegos fue elegido con 76% de los votos -que incluía los de las mujeres, los analfabetas y los jóvenes mayores de 18 años- y asumió la Presidencia el 15 de febrero de 1948.
Pero los mismos “jóvenes militares de Escuela”, que se habían asociado con los líderes de Acción Democrática para modernizar y democratizar a Venezuela, no tardaron en apartar a los civiles del poder y en noviembre de 1948 derrocaron a Gallegos.
Cuando tomaron esta foto, Delgado Chalbaud mira al piso. Es como si presintiera que el destino le tenía reservada la situación del traidor.