Hay muchas mujeres en esta imagen. Esa presencia, masiva en aquella época, complicó el discernimiento acerca de lo que está ocurriendo en el momento captado por esta gráfica, propiedad del Archivo Fotografía Urbana.
La curadora e historiadora del arte en Venezuela, Milagros González, dice enfáticamente que esa concurrencia numerosa de mujeres en las aulas donde se enseñaba artes plásticas “no era la norma”. González coincide con otros especialistas consultados para esta nota en aludir a Elisa Elvira Zuloaga, una de las pioneras en asistir a clases de artes en Venezuela. Pero eso había ocurrido antes de 1919. Y esta foto debe haber sido tomada entre 1932 y 1934. Ni antes ni después. Más adelante veremos en qué se funda tal certeza.
Por los datos aportados por Milagros González sabemos que Luisa Palacios (de soltera, Zuloaga) comenzó a tomar clases hacia 1938, cuando tenía 15 años; y Mary Brandt parece que también fue a la escuela a partir de 1939. Julia, la otra de las hijas de Federico, no iría a la escuela sino que estudió pintura en casa.
En fin, sí. De los doce personajes, sin contar a la modelo, cuatro son mujeres. Es demasiado para una clase de pintura de los primeros años de la década de los treinta. Ni siquiera ha muerto Gómez, evento que ocurrirá en diciembre de 1935. No ha empezado a soplar el viento de transformación que está a punto de estremecer la vida venezolana. Narra Milagros González:
“En 1919 pasó por Caracas Emilio Boggio, quien visitó a las mademoiselles Zuloaga (Elisa Elvira, María Luisa y Carmen Helena de las Casas). En la residencia de éstas tomaron el té y él les habló del impresionismo. Siento, pues una relación muy de puertas adentro, con contadas excepciones, de las mujeres con las artes plásticas”
Pero hay otra cosa que llama la atención de la experta. El salón donde se han congregado los personajes:
“No parece la Academia o Escuela de Bellas Artes, pues ésta tenía en los salones unos apliques en la pared muy característicos y ventanas como de romanilla. Pudiera ser una clase en otro lugar de Caracas, e incluso tal vez en otro salón de la misma Escuela, de características diferentes”
¿Dónde se habrá tomado esta foto?
¿Y por qué está vestida la modelo?
La curadora y crítico de arte Beatriz Sogbe también manifiesta su sorpresa por la cantidad de mujeres que hay en la foto.
“Estas bellas y elegantes damas no eran estudiantes. Quizás estaban invitadas a un ágape. No estaba bien visto ‘que una señorita de bien’ estudiara en esos ‘antros’. Mucho menos pintar mujeres y hombres desnudos”
Sin embargo, como evoca la propia Sogbe, ya antes de este momento los artistas del Círculo de Bellas Artes habían pintado una modelo desnuda, por primera vez en Venezuela, por cierto. Es famoso el episodio de cuando se los llevaron presos, naturalmente en tiempos de Gómez, por pintar mujeres desnudas. Y la historia pequeña recoge el momento en que Manuel Cabré se quitó el paltó y se lo puso a Amelia Montiel, la modelo. Precisa Sogbe:
“A Amelia Montiel la habían sacado de un prostíbulo, pero el ejercicio de modelo la enalteció. Dejó el prostíbulo y terminó como modelo de la Escuela. Igual que Rodolfo Espinoza que de cartero de a pie, de cuando Guzmán Blanco, terminó sus días como modelo viejo de la Escuela de Artes”
A Beatriz Sogbe la intriga el hecho de que:
“Los esbozos son esquicios hechos todos, al parecer, por la misma mano. La mano del maestro Castillo, sin duda. Es muy natural que los alumnos, en sus inicios, pinten igual al maestro. Y luego alcancen su propio lenguaje. En las clases de pintura, casi siempre, el maestro es quien hace los primeros bocetos”
El dramaturgo Ibrahím Guerra tiene algo que aportar en este asunto, porque al hacer un guión cinematográfico sobre el artista César Rengifo hizo una investigación sobre estas personas y estos días. Él tiene una lista de los graduandos de la Academia Nacional de bellas Artes del año 1936 y en ella sólo constan nombres masculinos. “Y César Rengifo nunca habló de compañeras de estudios de Pintura y Escultura”.
Según Guerra, la modelo, efectivamente era una morena, llamada Dolores, Lola. “César me lo dijo”. El cineasta se detiene en los detalles de la gráfica:
“La composición, yo diría, es perfecta, así como la angulación y nitidez de la foto. Deduzco que se trató de una ocasión especial, porque ninguna mujer u hombre, por mucho glamour que tuvieran, irían a una clase de Pintura con corbata y sombrero”
El autor de la foto, según estima Vasco Szinetar, es Luis Felipe Toro Mujica, “Torito”, nacido en Caracas en junio de 1881 y muerto en esta misma ciudad en septiembre de 1955.
Esa luz de Caracas
La conclusión del profesor Francisco Da Antonio, artista plástico y exdirector de la Galería de Arte Nacional, al comentar esta foto es que corresponde a uno de los periodos más ricos de la cultura venezolana del siglo XX.
La foto, según él, debe haber sido tomada en 1933. Puede ser 1932 o 1934, pero no más que eso. Se apoya en varios datos. Uno de ellos es la edad de Héctor Poleo, el muchachito que está en el centro de la imagen mirando a cámara y que, por cierto, parece ejercer una gravitación especial, más allá de estar en la convergencia de las líneas que gobiernan los planos.
Héctor Poleo nació en agosto de 1918, de manera que en 1933 tenía 15 años. Pero había ingresado a la Academia Nacional de Bellas Artes a los 11, en 1930. Y egresó en 1937. Da Antonio fija en 1933 la fecha de la foto porque ese año coincidieron en la Academia muchos de quienes aparecen en la gráfica.
Detengámonos un momento en el lugar. Por decreto de 1887, se destinó para la Academia Nacional de Bellas Artes la casa Oeste, número primero, propiedad de la Nación. Según establece la Enciclopedia de la Música en Venezuela, de Fundación Bigott, esta propiedad estaba ubicada en la Avenida Urdaneta junto a la Santa Capilla, donde actualmente funciona la Escuela de Música José Ángel Lamas. A principios del siglo XIX había sido la mansión de un poderoso conde, pero luego sería residencia del general Juan Bautista Arismendi, el marido de Luisa Cáceres. En las primeras décadas del siglo XX se enseñó Música, Bellas Artes y Declamación en instituciones que fueron cambiando de nombre.
El conservatorio, explica Da Antonio, estaba a nivel de la calle, mientras que la Escuela de Artes estaba en el sótano, “en el patio de abajo”. Ese dato nos permite deducir que esta foto no se tomó allí, puesto que vemos una puerta por donde entra una preciosa luz.
En 1936, tras la muerte de Gómez, se produjo la reforma de la Academia Nacional de Bellas Artes y las distintas escuelas quedaron separadas. Entonces se creó la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas. Estima Da Antonio:
“Estos personajes forman un grupo que no es necesariamente de alumnos de la escuela. Es un grupo mixto. Aquí hay estudiantes de pintura y están varios que luego se convirtieron en la primera promoción de profesores de Educación Artística”
Y el sitio, en el que Milagros González echa a faltar los apliques de la antigua Academia, según Da Antonio es un lugar de transición antes de que se fundara la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas. “Creo que quedaba en Miracielos”, dice. “Ahí estuvieron un año”.
También para este conocedor de la historia del arte venezolano del siglo XX la composición del grupo representa un reto:
“Lo curioso es que allí no están los profesores ni tampoco todos los alumnos. Faltan estudiantes que deberían estar ahí. Y están algunos de los que iban a hacer el curso de profesores de Educación Artística. Lo que sí es seguro es que algunos son estudiantes de la Academia de Bellas Artes: sólo ésta tenía modelos vivos”
¿Quiénes son?
Para Francisco Da Antonio, se trata del curso del maestro Marcos Castillo, profesor de Pintura. Hay 13 personas. Veamos a quiénes ha identificado, de izquierda a derecho.
[En este punto recordamos que si el lector reconoce a alguien o tiene un dato que pueda enriquecer esta nota, agradeceremos nos sea comunicado para incorporarlo al texto].
De los primeros dos no tenemos identificación. El tercero, quien sostiene un pincel en el aire, es el pintor margariteño Ventura Gómez, quien asistía al curso de formación de profesores de educación Artística.
De la cuarta, la mujer de sombrero y pómulos pronunciados, no tenemos datos.
El quinto, según Da Antonio, podría ser Pedro Blanco, médico graduado en la Universidad. “Fue pintor de media caña (como aficionado) a lo largo de toda su vida. Alguna vez envió obras a los salones”. Pero Beatriz Sogbe dice que podría tratarse de Marcos Castillo.
La sexta persona, para Da Antonio, es Maruja Almandoz, quien sería profesora de Educación Artística e Historia del Arte. “Pero en este momento está en el curso de Pintura. Y no fue hasta el año 1936 que abrió el curso de profesores. Por eso, los primeros graduandos son del año 1941”.
La séptima podría ser Cita Green, profesora. Del octavo no conocemos el nombre. El noveno es Héctor Poleo, quien sería el más destacado de todos y a quien dedicaremos nuestra próxima entrega.
La décima figura es la modelo. Del undécimo no sabemos nada todavía. El decimosegundo es el pintor Sótero Arteaga. Y la décimotercera, que nos ve con esa mirada china, debe ser la “señorita Maldonado”. Así aparece aludida en una fotografía que conserva Da Antonio de los graduandos del año 1941, firmada, por cierto por Toro. Casi diez años después, en su graduación, la señorita Maldonado sigue ahí sentada y enlutada.