Es difícil aceptar esta imagen como una postal, lo digo por lo que implica dicho género como representación prestigiosa de un lugar determinado. La postal señala aquello que consideramos de cierta trascendencia. Muy por el contrario esta estampa posee el aspecto práctico de un anuncio publicitario. Un valor con destino intercambiable y puramente funcional. El dueño del hotel Carabobo de seguro mandaría a imprimir cientos de tarjetas para repartirlas gratuitamente entre visitantes y ganaderos de regiones aledañas a la ciudad. La imagen tiene un carácter macizo que la convierte en el escenario provinciano de un fin de semana, o (tal vez) en la locación de un crimen lamentable.
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