Lo inmundo

Fecha de publicación: agosto 10, 2023

     Hasta el nido apartado

lleva el poeta los nombres de los objetos

     y los adjetivos

calificando cada cosa robada al mundo.

     Hoy pareciera que lo bello terminó

y el poema canta entre dislocaciones.

     La poesía es inmunda.

Se escribe justo en el borde angustiante

     de la frontera del mundo,

aunque siempre rozará el lirismo

     que se empeña en acompañarla. 

     Antes de Jesús

se calificaba de inmundosa los poseídos por el mal,

     a los leprosos;

pero Jesucristo fue amigo de glotones

     y borrachos (Lucas 7,34).

     El apóstol Pablo se obstinaba

en señalar que Jesús le permitió a lo inmundo

reivindicarse y entrar en contacto

     con la pureza y lo divino.                       

Estoy seguro que Milosz se inspiró en Jesús

     cuando dijo que:

«Necesitábamos a un Dios que nos amase,

no en la gloria de la beatitud: en nuestra flaqueza.»

     Podría emplear tales referencias

     para nombrar a la poesía

como un movimiento entre lo burdo y lo lírico.

     Es por eso que la escritura de hoy

mueve el fiel de su balanza (su péndulo)

     tocando tales extremos.

     El poeta se redimensiona

     en este ejercicio individual:

porque la poesía, sólo prospera en el error.

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