La cultura del petróleo
nos dejó mudos
como aquellos hombres
que retornaron
de la Primera
Guerra Mundial.
Esta relación
es un hurto que le hago a
Walter Benjamin.
Es decir que
regresamos
sin la necesaria lengua.
No hablo del peatón
cruzando el rayado
con su paraguas
sino
de la lamentable
ausencia
de cierta memoria.
Somos el silencio
ante peligrosas
utopías.
Tenemos unos pocos
recuerdos
y la marginalidad
nos condujo
al borde de ser casi
invisibles.
Un poeta polaco
Adam Zagajewski
lo dijo en su defensa del fervor:
La experiencia también se pierde.
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