Neutral I
Este es el reverso de una postal sin remitente ni destinatario. Un esquema gráfico trazado en un cartón de trescientos cincuenta gramos. Por lo tanto, un objeto sin intención y sin destino. Tal vez fue la última postal que quedó a medias impresa porque desapareció la emoción de reproducir «un lugar». Deduzco por estas pistas que ocurrieron posiblemente dos fenómenos: o bien el hombre alcanzó un grado de neutralidad extrema o aconteció un evento de proporciones catastróficas: una mega explosión o algún virus con miles de mutaciones que hicieron imposible la invención de una vacuna, y la humanidad desapareció. Está postal perdura a un costado de ruinas ya cubiertas por la vegetación exuberante. Es un modesto trozo de papel entre hojas secas, pisoteado por una manada de bisontes. Frente a la esplendente noche la postal no tiene ningún secreto que contar, y si lo tuviera garabateado en el reverso sería algo ridículo: ya no saluda, no desea, no propone realizar algún viaje. Piensen ustedes, tan poco tiempo bastó para descubrir que una postal era tan prescindible como todo lo demás.
Neutral II
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