Caracas, 18.07.1952 – 28.12.1992
Roberto Fontana fue un reconocido fotógrafo venezolano cuyo trabajo ahonda sobre la condición humana, los límites de la conciencia y los contrastes entre la vida y la muerte. A lo largo de su carrera desarrolló temas como la migración y la identidad cultural dual, resultado de su experiencia personal como hijo de inmigrantes italianos. Su obra se caracteriza por una profunda sensibilidad hacia el paso del tiempo y el desarraigo. A través de la fotografía, explora momentos de intimidad y las complejidades de la pertenencia, con un distintivo estilo sutil y emocional, sin recurrir a efectos espectaculares.
Fontana comenzó su formación en la fototienda de sus padres Mario Fontana y Daría Albricci de quienes aprendió las técnicas fundamentales de la fotografía. Desde 1967, se dedicó por completo a esta disciplina, iniciando su carrera en la fotografía publicitaria. En 1978, tras su participación en el I Coloquio Latinoamericano de Fotografía en México, abandona la publicidad para desarrollar nuevas inquietudes. Fue miembro fundador del Consejo Latinoamericano de Fotografía y se une al grupo del Consejo Venezolano de Fotografía con quienes realiza diversas exposiciones en América Latina y Europa, promoviendo una mirada más crítica y comprometida sobre la imagen. Más adelante ese año, comienza a trabajar en la Galería de Arte Nacional (GAN) y estudia con el fotógrafo estadounidense Jack Wellpott.
A lo largo de su carrera Fontana desarrolló proyectos que dialogan con los temas de la memoria, el territorio y la marginalidad. Una de sus primeras series relevantes, El tigre (1979-1980), fue una interpretación visual del cuento de Alfredo Armas Alfonzo El tigre-Oficina nº 1, en la que aplicó las reflexiones sobre la realidad y su tratamiento en la fotografía discutidas en el Coloquio de México. Desde 1979, comienza a trabajar en su serie Animitas, que profundizó en temas de espiritualidad y rituales funerarios. Esta obra, inconclusa, mostró un “archivo de imágenes venezolanas” –según el fotógrafo– de monumentos mortuorios en paisajes solitarios, reflejando un profundo interés por los gestos de duelo y memoria.
Posteriormente, trabajó en la película Pandora con Ana Cristina Henríquez, haciendo fotofija. Mientras se encontraba en locación, en el Hospital Psiquiátrico de Anare, realiza la serie Anare, en la que aborda los temas de la locura, la soledad y la pérdida de la conciencia. Desde 1981, Fontana reside en Venecia, donde colaboró con Roberto Salbitani y trabajó en el Centro de Fotografía Giudecca. Durante su estancia desarrolló Venecia, la noche, una serie –de las más poéticas de su carrera– en la que retrató la faceta oculta de la ciudad europea, capturada en la penumbra, en contraste con imágenes durante el día, turísticas y brillantes.
Regresó a Venezuela en 1985 y se dedicó a trabajar en edición de libros de arte colaborando con artistas plásticos nacionales. Produjo en la Universidad Simón Bolívar el audiovisual L’altra parte, un balance de su experiencia entre Venezuela e Italia. En 1992, antes de su muerte, trabajó como fotógrafo en el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber (MACCSI). Además de Animitas, Fontana dejó otras dos series inconclusas que fueron expuestas: Belluno, un registro de paisajes nevados, y Autorretratos, fotografías de Venezuela y Venecia en las que también está presente su propia imagen.
Participó en exposiciones individuales y colectivas nacionales e internacionales. Entre las más relevantes se encuentran: Fotografías en La Fototeca de Caracas (1978), El Tigre en la Galería Armando Reverón y la Casa de la Cultura de Anzoátegui (1981), Immagini dal Venezuela. Ricordi, emozioni, appunti de viaggio, en Italia y Suecia (1983); su participación en Hecho en Venezuela (MACCSI, 1978), Los Venezolanos en The Photographer’s Gallery de Londres (1982), La photographie contemporaine en Amerique Latine en el Centro Georges Pompidou de Francia (1982) y Fotografía contemporánea latinoamericana (Madrid, 1982). Tras su fallecimiento, su obra ha sido reconocida en exposiciones póstumas como Inventario en Los Espacios Cálidos del Ateneo de Caracas (1993) y Antología de dos Venecias en el Museo de Bellas Artes (MBA, 1997), así como con la publicación del fotolibro póstumo La otra parte/L’altra parte (1993), editado por Oscar Todtmann Editores con textos de Luna Benitez, Gorka Dorronsoro y Paolo Gasparini.
Su legado permanece en colecciones como el Archivo Histórico del Arte Contemporáneo en Venecia, la Casa de la Cultura Julián del Casal en La Habana, el Centro Cultural de Arte Contemporáneo y el Museo de Arte Moderno de México, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), la GAN, el MBA y el MACCSI en Caracas.
Su obra también está reseñada en varios libros: Diccionario biográfico de las artes visuales en Venezuela (Fundación Galería de Arte Nacional, 2005), Anotaciones sobre la fotografía venezolana contemporánea (María Teresa Boulton, Monte Ávila Ediciones, 1990), y Fotografía en Venezuela. 1960-2000 (Juan Carlos Palenzuela, Movilnet, 2001).
Las fotografías de Roberto Fontana invitan a observar con detenimiento, a ir más allá de lo evidente y descubrir lo que permanece oculto en los márgenes. Desde los paisajes urbanos de Venecia hasta los caminos solitarios de Venezuela, su trabajo refleja un interés constante por lo efímero, lo que está a punto de desaparecer o ya se ha perdido. No solo retrató lugares, sino estados de ánimo, emociones y experiencias humanas que dan cuenta de la fragilidad de la existencia. Su obra establece un puente entre la memoria personal y colectiva, entre el duelo íntimo y las cicatrices compartidas de una sociedad. A través de su mirada, lo cotidiano se transformó en poesía y lo marginal, en protagonista.
La investigadora de arte Susana Benko escribe en la revista Art Nexus (1998) sobre Roberto Fontana:
“Su fotografía, de algún modo, se lee como un diario íntimo. Es otra manera de extraer luz en medio de la oscuridad. Tal vez sea esto lo que acentúa esa atmósfera poéticamente densa imposible de sustraer en la apreciación de estas obras. Con la fotografía, Fontana aprisionó el tiempo y no olvidó jamás su propia historia”.
El Archivo conserva en su colección una selección de ampliaciones en blanco y negro, que incluyen paisajes de Paraguaná y Araya, así como de registros de peleas de gallos en Venezuela, y parte de sus serie La otra parte/L’altra parte y Animitas. En la Biblioteca Alfredo Cortina se puede consultar su fotolibro La otra parte/ L’altra parte.
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