«Apuntes sobre el fotolibro» es una serie que analiza distintos fotolibros. En la #3 entrega presentamos un texto del reconocido curador e historiador español Horacio Fernández sobre Sistema nervioso. Este fotolibro fue editado en 1975 por la Fundación Neumann, con fotografías de Barbara Brändli, texto de Román Chalbaud y diseño gráfico de John Lange.
«La fantasía de lo cotidiano que no podemos ver».
Barbara Brändli.
En 1957 Barbara Brändli (Schaffhausen 1932–Caracas 2012) vivía en París, donde había terminado sus estudios de ballet clásico, trabajaba como modelo de alta costura y comenzaba a interesarse por la fotografía a través de sus amigos Ata Kando y Ed van der Elsken. Dos años después, Brändli se instaló en Caracas y convirtió su afición a las imágenes en profesión de por vida.
Durante los años sesenta hizo fotografías de danza, recopiladas en Duraciones visuales, un fotolibro de 1963 en el que empieza su relación profesional con John Lange (Caracas 1930), curador, escenógrafo y extraordinario diseñador gráfico. Además, Brändli registró en la Amazonía la vida cotidiana de los pueblos yanomami, makiritare y sanemá en reportajes publicados en revistas especializadas y expuestos varias veces. Con estas series montó en 1974 un nuevo fotolibro, Los hijos de la luna, en cuya puesta en página también participaba Lange.
Para entonces, Brändli llevaba tiempo dedicada a la fotografía urbana, un proyecto documental con el objetivo de “mostrar lo caótico, la improvisación, el humor, lo grotesco y lo gráfico”. Todo esto y aún más lo encontraba durante sus paseos por Caracas.
Seguramente su proyecto tenía relación con su trabajo en la edición de otro fotolibro, Apenas ayer (1972), una antología del fotógrafo Luis Felipe Toro (1881-1955), publicada por la Fundación Neumann con diseño de Lange a base de reencuadres y fragmentos, y selección de fotos a cargo de la escritora Clara Posani, Lange y Brändli. El resultado es una cuidada producción editorial que presenta un reportaje urbano que también es la crónica social de los años veinte y treinta.
Aún quedaban restos de aquella época en la ciudad que exploraba Brändli, pero a punto de desaparecer. Un ejemplo es uno de los lugares en los que más se fija su cámara, el barrio El Conde, lleno de chalés de arquitectura ornamental que en esos años se derribaban sin piedad para construir los rascacielos del Parque Central.
En 1974, la Fundación Neumann le propuso hacer otro fotolibro, publicado a finales del año siguiente como regalo navideño, sin circular en las librerías. En el encargo también participaba el omnipresente Lange, quien se encargó del diseño y la selección de las imágenes. De la misma manera tomó parte el escritor y cineasta Román Chalbaud (Mérida 1931), quien escribió el texto del fotolibro a partir de las fotografías. El resultado es el fotolibro Sistema nervioso, ahora reconocido como una obra maestra.
La primera mitad de Sistema nervioso es una lectura de Caracas a través de textos escritos en carteles, graffitis y avisos que anuncian todo tipo de cosas y mensajes. Otros signos urbanos, como señales, estatuas o cables enredados, son tan legibles como los letreros. El hilo que une las imágenes es el texto de Chalbaud, que con frecuencia se completa en el texto fotografiado, continúa en el interior de las fotos.
En la segunda parte, la arquitectura y el comercio sustituyen al texto. Chalbaud introduce personajes de ficción, primero un muchacho que vaga por un mercado y después vuelve a la vivienda que comparte con sus “amargadas” tías solteras, una de las cuales comienza a errar por calles y comercios de El Conde, que la dirigen inmediatamente al pasado. La ropa y los maniquís de los escaparates le recuerdan lo que quisiera haber sido y no fue. Las divagaciones melancólicas conducen a otra ciudad, arcaica y fantasmagórica. Pero no dura mucho esta situación, la inhóspita e incomprensible Caracas vertical retorna triunfante en las últimas páginas, devorando a sus habitantes solitarios, cuya existencia es mucho menos importante en las fotos que la vida propia de la mercancía que da forma a la ciudad.
Las fotos de Brändli tienen un precedente en Nadja (Paris 1928), un relato de André Breton ilustrado con fotos de Jacques André Boiffard de tiendas, rótulos y estatuas. Más próximo es Asfalto Infierno (Caracas 1963), con texto de Adriano González León y fotografías de Daniel González, cuya lectura demoníaca de Caracas se construye con letreros y graffitis de manera semejante a Sistema nervioso. Pero la compleja relación lenguaje-imagen de Sistema nervioso es original, tanto por la continuidad del texto de Chalbaud y las fotos de Brändli, como por el talento gráfico de John Lange, quien hace un uso expresivo de la tipografía, fiel a la idea de que el texto también es imagen.
Además, Lange consigue una producción de artes gráficas excepcional. La fotomecánica e impresión en huecograbado son únicas, al igual que el papel, teñido en muchas páginas en una gama apagada (grises y ocres verdosos o azulados), que combina sorprendentemente bien con la superficie aterciopelada de las fotos en blanco y negro.
Sistema nervioso es una flânerie por Caracas, un paseo lento en el que se leen los signos urbanos en un modelo fotográfico y literario que puede equipararse con la lectura benjaminiana, a base de citas, del París de Baudelaire o las derivas “psicogeográficas” de los seguidores de Guy Débord. Una exploración que se debe al talento de tres “detectives estetas” que indagan “que hay más allá del simple gesto o la adorada imagen o del letrero escrito deprisa”.
Sistema nervioso descubre el nervio que oculta el “laberinto de cemento” de la arquitectura, la ciudad “escondida detrás de signos” y su literatura propia, todos ellos invisibles sin la mirada atenta de Barbara Brändli para atrapar la “fantasía de lo cotidiano que no podemos ver”.
Lea también el post en el histórico de Prodavinci.