En la entrega #31 de “Apuntes sobre el fotolibro” compartimos un texto de la periodista Johanna Pérez Daza sobre #Somos #Resilientes. El fotolibro fue diseñado por Eduardo Chumaceiro con el concepto editorial y las fotografías de Ricardo Arispe, junto a textos de Elizabeth Marín, Yuri Liscano, Manuel Vásquez Ortega y Juan Antonio González.
#Somos #Resilientes: registro y testimonio fotográfico de un país
Hasta hace poco la palabra resiliencia era extraña para la mayoría de nosotros, un término ajeno, confuso de pronunciar y leer que, paulatinamente, se nos ha hecho familiar. Desde la psicología se concibe como la “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”. En este sentido, nos remite a aquellas personas que se fortalecen y reinventan tras pasar por circunstancias extremas. Escenarios extraordinarios, pueden hacer germinar fuerzas extraordinarias. No obstante, la cotidianidad también se puebla de este tipo de actitudes que nos demuestran que la vida es capaz de abrirse espacio en medio de las adversidades, pues como diría Víctor Hugo: “Sólo viven aquellos que luchan”.
Contemplemos esas pequeñas plantas que surgen entre las grietas de cemento, que buscan el sol y reclaman la vida a pesar de la aridez y la esterilidad del concreto. Sin embargo, de allí surgen. Otro caso, tal vez más simbólico y conocido, es el de la flor de loto que nace inmaculada del agua lodosa, repeliendo a los microorganismos, sorteando las partículas de polvo. La naturaleza muestra abundantes ejemplos que, directa o alegóricamente, señalan aspectos que podemos asociar con la resiliencia, así como otras lecciones que destacan el valor de la cooperación como forma de subsistir. Estas ideas permiten detenernos en las dos palabras que dan título al fotolibro de Ricardo Arispe: #Somos #Resilientes. En plural, en colectivo, integrador. Enlazar ambos términos no es un ejercicio ingenuo, sino una clara afirmación, ya que en el contexto venezolano del cual surge este trabajo, la respuesta es, precisamente, la conjugación en plural, para entender nuestro entorno y entendernos a nosotros.
Impreso en Caracas, en el agonizante 2017, es el segundo fotolibro publicado de manera independiente por Arispe (Lara, 1980). Las dimensiones (14 x 10 x 2 cms.) facilitan su manejo, la disposición de contenidos alterna series fotográficas y textos. Yuri Liscano, Elizabeth Marín Hernández, Juan Antonio González y Manuel Vásquez Ortega, se aproximan a esta obra fotográfica desde distintas visiones —descriptivas, anecdóticas y analíticas— agregando otros enfoques, de modo que las relecturas y resignificaciones se hacen presentes y, a su vez, se convierten en memoria y registro: de un tiempo y de un país.
#Somos #Resilientes contiene una serie fotográfica en la cual la máscara antigás funciona como insignia y emblema de ciudadanos que, a pesar de las dificultades, resisten y sobreviven. Detrás de cada rostro una historia particular recogida en retratos que el blanco de fondo unifica sin restar diversidad: de oficios, de actitudes, de posturas, logrando sensibilizar desde la identificación y la posibilidad de encontrarnos con el otro, de sabernos parte de una misma situación. Un ejercicio colaborativo, sustentado en la complicidad de las personas retratadas: venezolanos de estos tiempos que se niegan a claudicar, aunque sean atacados, aturdidos, sofocados, intoxicados. No se esconden, se protegen para subsistir. Miran directo, como si fueran ellos quienes apuntaran a la cámara, conscientes de la porción de sí mismos que comparten, aquello que los caracteriza, un rasgo, un objeto, una cualidad, un símbolo que resume un fragmento de la esencia individual que se escurre en identidades multiplicadas. Frases, datos puntuales y breves descripciones complementan estos retratos, acompañados del “año de fabricación” de los sujetos, ironizando la perdurabilidad y vida útil de bombas lacrimógenas y explosivos de los que deben resguardarse.
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Es un fotolibro cargado de detalles (pliegues, contrastes, combinación de colores y disposición tipográfica) que el lector descubre a través de la curiosidad y dan cuenta del trabajo entre fotógrafo y diseñador (Eduardo Chumaceiro), cada uno desde su especialidad, cada uno con sus aportes. Desde el primer contacto, se estimula la experiencia sensorial mediante texturas y relieves que combinan el material resistente de la cubierta, el diseño de los textos y la presentación que privilegia la mirada, remitiendo a fortaleza y observación, una cualidad y un proceso, que al confluir se convierten en invitación y recordatorio. Ante la represión, hay que resistir. Ante la injusticia, no podemos cerrar los ojos. Por eso, también se incluye la serie “Somos Muchos”, cuyo punto de partida es la ruptura con los simbólicos “ojitos de Chávez” impuestos como propaganda oficial homogeneizante, reedición del panóptico, mirada omnipresente y acechante. En contraposición, se descubren y visibilizan los ojos de muchos, venezolanos anónimos que sin protagonismo, distinciones ni lugares privilegiados, existen y observan con sus particularidades.
Esta publicación impresa se inscribe en un sistema construido por un hacedor inquieto que experimenta con distintos soportes y formatos. Es parte de un proyecto divulgativo que ha pasado por las redes sociales, salas de exhibición y, ahora, el fotolibro que se constituye en documento y fuente, en https://elarchivo.org/wp-content/uploads/2022/07/037929.jpgvo y puente comunicante que posibilita el recorrido visual, la narración coherente y el testimonio fotográfico de estas condiciones que nos ha tocado asumir de modo resiliente, como una opción y una invitación. Como fotolibro presenta características propias que lo diferencia de otros medios de circulación de la fotografía. Algunas páginas internas vestidas de negro crean ritmos, transiciones y con sutileza incorporan mensajes e imágenes que junto al diseño, la diagramación, la escogencia de tres colores fundamentales (blanco, negro y rojo), la ubicación de los textos y el acabado, van hilvanando un discurso que nos coloca frente a una obra colectiva en la que todo cuenta y en la que se percibe cada contribución.
La revisión de este planteamiento deviene en la combinación de conceptos, permitiéndonos reflexionar sobre la Esperanza y la Fortaleza, en los puntos de encuentro entre Arte y Resiliencia, los empalmes entre Vida y Esperanza, ya que como afirmó Julio Cortázar: “La esperanza le pertenece a la vida. Es la vida misma defendiéndose”. Es la poesía como aliento de vida, la exhortación a no claudicar, ya sea que pensemos en las plantas que nacen en medio de las adversidades; las pulcras flores que emergen del lodo; o en nosotros mismos: los venezolanos que resistimos y sobrevivimos, que #Somos #Resilientes.
Es síntesis, se trata de una publicación en la que el fotógrafo convoca a cuatro autores que con sus textos se incorporan al grupo de resilientes retratados: músicos, estudiantes, una mujer con sus hijos, una que amamante, otra en plena gestación, una mascota, periodistas, niñas, jóvenes, profesionales…ciudadanos que convergen en esta categoría cuyo punto final es el autoretrato de Arispe —como firma y cierre de las últimas páginas— acompañado de la frase: “La vida se resume en una sola cosa, SUMAR”.
Lea el post original en Prodavinci.