El miércoles 3 de agosto de 2017, la fiscal general de la república Luisa Ortega Díaz dijo, en entrevista el programa Conclusiones de CNN, que hace unos meses, cuando ella estaba de viaje en Brasil, su hija y su nieto fueron secuestrados.
La fiscal no estaba en Brasil de paseo. Se encontraba, según dijo, invitada por el fiscal general de ese país para participar de una reunión con 19 colegas de la región, donde intercambiarían información acerca de la intrincada trama de corrupción de Odebrecht, en la que están involucrados varios funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro. Y entonces, el jueves 16 de febrero, la llamaron de urgencia. Dos miembros de su familia habían sido raptados por delincuentes… y ella tuvo que regresar a Venezuela para atender la situación.
–Mi hija estuvo dos días secuestrada -precisó la fiscal- y mi nieto, tres.
En realidad, la joven plagiada no es exactamente su hija. Por lo menos, no su hija biológica. María Ferrer es hija del diputado Germán Ferrer, esposo de la fiscal Ortega Díaz.
No era la primera vez que el nombre de Germán Ferrer aparecía en una historia de hijas cautivas.
“Tenemos a sus hijas”
En la mañana del 19 de noviembre de 1969, unos tipos fingieron estar varados en la carretera para detener el automóvil donde venían dos de las hijas del animador de televisión Renny Ottolina, la mayor celebridad de Venezuela. Las adolescentes iban camino al colegio conducida por su chofer.
Los captores se llevaron las muchachitas y dejaron libre al conductor, con una nota donde se establecía el monto del rescate y el procedimiento para pagarlo. Y una advertencia: cuidado con alertar a la policía. Pero el locutor de la voz de oro no acató esta instrucción. O la policía se enteró por distinta vía, porque el hecho es que pasadas unas horas del secuestro, Ottolina recibía a la prensa en su casa. Específicamente, ante la puerta de entrada de su residencia en San Román, Caracas. Es como si hubiera estado esperando que las chicas aparecieran de un momento a otro y quisiera entrar a la casa para poder ver desde lejos el carro que las trajera.
Esta fotografía (de autor desconocido, pero de seguro un reportero gráfico) recoge el momento en que los periodistas de Sucesos abordan al famoso Ottolina, una cara fija en las páginas de Espectáculos y Farándula. Más tarde lo sería también de la sección de Política, pero ese es otro cuento… El primero a la izquierda es Carlos Aguilera, periodista de televisión. Luego está un Renny excepcionalmente informal, vestido de cualquier manera y sin peinar, una traza nada común en un hombre siempre muy cuidadoso de su aspecto y atuendo. Con la mirada perdida, pero súbitamente aguzada, como si acabaran de preguntarle por un eventual enemigo y se le hubiera ocurrido algún nombre. A la izquierda de Renny está Victor Manuel Reinoso, periodista chileno responsable de la fuente de Tribunales del diario El Nacional. Y en el extremo derecho está José ‘Pepe’ Rojas, de El Universal. La pequeña que aparece entre Reinoso y Pepe Rojas es la hija menor del animador, Rena Ottolina, quien se apoya con la mano en el hombro de Reinoso, como para ver las notas que este garrapatea en su libreta.
Excepto la de no revelar el secuestro, Renny siguió las instrucciones de los secuestradores y sus hijas fueron devueltas esa misma noche. Después de que él dejó el dinero en el lugar que le indicaron por teléfono.
Era un recodo de la carretera a Guarenas. Esta precisión se la debemos a la actriz venezolana Marisela Berti, quien nos contó que unos meses más tarde, ya en 1970, el propio Renny le mostró el lugar donde fue a dejar el dinero, que según declararía luego, fueron Bs. 400 mil de la época, en billetes de cien sin marcar. “Renny me llevó al sitio donde entregó el dinero”, evocó Marisela Berti. “Me contó que había ido solo. Era en la carretera de Guarenas, en un paraje rodeado de montañas. Si lo hubieran matado ahí, no lo habrían encontrado en días. Su relato era escalofriante. Fue muy valiente, pero qué no hace un padre por sus hijas”.
Ni una picada de mosquito
Cinco semanas después del secuestro, Renny Ottolina fue invitado al programa matutino de televisión “Buenos días”, conducido por Sofía Imber y Carlos Rangel. Era el 27 de enero de 1970, y todavía no se sabían quiénes habían plagiado a las menores.
Ottolina admitió que en la PTJ (Policía Técnica Judicial), o por lo menos dos detectives de la Brigada de Otros Delitos, pensaban que él mismo había organizado el secuestro de sus hijas.
“Todavía a estas alturas insisten en que fui yo”, dijo el animador. “Y no quieren reconocer su error inicial. Por eso, no ha habido ni siquiera reconstrucción de los hechos. Se basan en que el rescate fue muy rápido, 12 horas; en que a las muchachas no les pasó nada; y en que no estaban picadas de mosquitos, mientras el comisario González fue al sitio y salió todo rasguñado. Pero resulta que al hijo de Jacobo Taurel lo devolvieron en cinco horas, sano y salvo, y que, mientras mis hijas estuvieron en un solo sitio, el comisario González caminó por todo el cerro durante varias horas. En fin, es grotesco”.
Según los maliciosos, la motivación de Ottolina era obtener publicidad. “¡Seguramente, para que la gente me conozca!”, respondía él con justificado sarcasmo. También deslizaron que, con un falso secuestro, él resolvería una supuesta crujida financiera. “No sé cuál será el razonamiento según el cual estaría sacando medio millón de un bolsillo para metérmelo en el otro”, les dijo a Carlos y a Sofía. “Han llegado hasta a investigar mis cuentas bancarias. En mi experiencia, esta policía o, por lo menos, la Brigada de Otros Delitos, es más una amenaza para un ciudadano honesto que una garantía”.
Cuando le preguntaron si había recibido intentos de intimidación, fue igualmente categórico: “Tengo años recibiendo amenazas de elementos extremistas, sobre todo de la Universidad. Por eso no pude evitar hacer una relación entre eso y el secuestro. Además, el hombre que recibió el rescate me dijo: ‘De esto, solo Bs. 5 mil son para mí, el resto va a las guerrillas’”.
En algún momento se supo que los secuestradores de las hijas de Renny Ottolina eran integrantes de un grupo guerrillero urbano formado en Cuba, con disidentes de las FALN, llamado Punto Cero, por ser ese el nombre del campo de entrenamiento en la isla.
El plagio fue llevado a cabo por los hermanos Federico y Ramón Bottini Marín, quienes, casualmente, habían sido vecinos de la abuela de Marisela Berti, en Casalta; Ramón Álvarez y Germán Ferrer, quien con el correr de los años sería diputado por el PSUV y esposo de la fiscal general Luisa Ortega Díaz.