Moderna y brutal es la geografía conquistada por el cemento y el asfalto en las grandes ciudades que crecen con desorden y furia, sobre todo en aquellas regiones donde no se respeta la historia y se borran sus indicios a la menor oportunidad inmobiliaria. O que nunca han tenido largas raíces ni abolengo. El fotógrafo Ramón Paolini captura esa dicotomía de la construcción y el caos en ‘Caracas’, editado por La Fábrica en colaboración con el Archivo de Fotografía Urbana, un fotolibro que despliega la universalidad de las urbes destructivas y esperanzadoras, a la vez, con un acercamiento a un solo ejemplo, Caracas, capital de Venezuela.
La perspectiva va desde lo general hasta el detalle de los acabados de fachadas imposibles, en un «intento desesperado por vislumbrar una ciudad posible que sigue su curso a pesar de nosotros», refiere Paolini, que reúne 120 imágenes en blanco y negro para mostrar un espacio cuyo contenido va «preparándose sin propósito alguno para formar parte de las ciudades del siglo XXII como el Albaicín de Granada, la colina de Coímbra o las cuestas de Jaén».
El rasgo principal de la mirada de Paolini es que «no es fotógrafo sino arquitecto», establece el escritor Martín Caparrós en el prólogo, lo que le ha llevado a «hacer algunas de las mejores exploraciones fotográficas de una ciudad que yo conozca (…) Sus fotos ponen a la ciudad –no a Caracas, no a una ciudad– en su lugar. La ciudad es un delirio de nuestras culturas, lo más contranatura: de cómo apilar personas unas sobre otras».
El territorio retratado por Paolini entremezcla, sin moralejas ni contrastes forzados, la riqueza más obscena con la pobreza más infame, con una perseverancia que comienza a finales de los años setenta, cuando esa urbe era ejemplo del desarrollismo latinoamericano –con el trazado de superautovías aéreas, un metro afrancesado, rascacielos que conviven con casuchas de aluvión–, hasta 2015, cuando el desvarío político se refleja en la devastación de un país hundido en la desidia absoluta.
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