“¿Es primero el fotolibro?” Adentro y afuera: Una exploración desde la experiencia de Luis Cobelo

Fecha de publicación: octubre 26, 2023

En la entrega Nº 66 de “Apuntes sobre el fotolibro” compartimos una entrevista del fotógrafo y artista visual venezolano Luis Cobelo realizada por la socióloga e investigadora Maurelyn Rangel, sobre los fotolibros publicados por Cobelo

Los fotolibros resguardan la esencia de una mirada, que se construye o se deriva de la perspectiva intencional del autor, sustentada en lo fotográfico. En este sentido, se destaca que no toda publicación editorial que acompañe fotografías, resulta ser un fotolibro.

De esta manera, la trayectoria de Luis Cobelo como fotoperiodista le proporcionó cimientos sólidos en su carrera primero como fotógrafo y luego como artista visual. Y dada su sensibilidad, logra vincular de manera progresiva la producción editorial –de fotolibro– con el espacio expositivo, creando su propia editorial –La Chancleta Voladora– y permitiendo así producir su obra en formato impreso.

El pasado mes de septiembre, se inauguró su exposición Chas Chas –basada en su fotolibro– en la Sala Mendoza en la UNIMET, en alianza con El Archivo y su paso por la ciudad de Caracas permitió un encuentro cercano, que se deriva en las siguientes líneas.

Vistas de sala de la muestra Chas Chas en la Sala Mendoza. Caracas, Venezuela, 07 de septiembre de 2023: © Alfredo Sainz / Archivo Fotografía Urbana

Luis Cobelo –fotógrafo, editor y artista visual venezolano– se apropió de manera definitiva del imponente espacio, logrando un montaje multidiverso donde explora una muestra resolutiva –hasta el momento– de su obra artística –más consolidada–. Y siendo testigo primario, de todo el proceso de planificación, montaje y apertura de este proyecto expositivo, resulta oportuna su experiencia y disposición como artista, pero también como constructor de narrativas en un ámbito tan exigente, como lo es la producción editorial y específicamente en la producción de fotolibros. Y justamente en este punto, se concentra esta conversación con Cobelo, quien ha logrado autoproducir sus libros, y no conforme con ello distribuirlos y generar una línea de comercialización –no convencional, pero funcional–.

Cuando hablamos de fotolibro, estamos hablando de objetos o dispositivos en algunos casos casi artísticos y de diseño, en donde la vinculación con el autor nunca se desprende, éstos cuentan una historia, pero llevan consigo la firma emocional y también discursiva de sus creadores, por lo que hablar de fotolibro, nos lleva directamente a un autoconocimiento y exploración de sí mismo, de revisión exhaustiva de todo el proceso de creación, y en donde el resultado se traduce en la historia del autor.

Dentro de la fotografía de Cobelo se explora la manera más exacta y hasta poética del hecho capturado, una secuencia de eventualidades se entrelazan y conectan, al mismo tiempo que permite generar lecturas integradas y diferenciadas, pero siempre vinculada a una historia –que podría ser la misma o muchas–.

Su estética recargada también explora la estética latinoamericana, todo a juego realizan una danza apropiada en donde cada elemento configura una experiencia; el papel, los colores y hasta el blanco y negro de sus encartados de fotonovelas, permiten una lectura compleja y también fidedigna de su intencionalidad creativa y fotográfica.

Cobelo comparte que el noventa por ciento de sus trabajos están listos al momento del registro, una vez capturada la imagen “esperada” –o no, porque el hecho fotográfico siempre sorprende–, es muy poco lo que se corrige, por ello su proceso de edición se encuentra vinculado más al diseño estructural del fotolibro, que en la edición digital de la imagen.

Lo siguiente fue una grata conversación con Cobelo, dos días previos a su viaje a Italia, donde recientemente presenta su fotolibro y exhibición de Te Amo en las ciudades de Nápoles y Palermo:

Instalación Te Amo en Napoles por Luis Cobelo. Fotografía © Anne Panne
Te Amo. Montaje de instalaciones transfigurativas. Palermo, Italia. Octubre, 2023: © Luis Cobelo: Fotografía © Peppe Tornetta

¿Cómo explora Luis Cobelo su creatividad?

Primero, hay que estar atento, abrir los canales de comunicación con tu inconsciente y dejar que sucedan «cosas». La creatividad la estimulo con la lectura, nada obligado. Puede ser leyendo cualquier cosa, un libro, noticias, diccionarios, folletos de instrucciones para armar armarios o mesas, las instrucciones de las medicinas… La música es muy importante a veces en este proceso –sobre todo rock y salsa– ya que permite que se activen algo así como las papilas gustativas cerebrales y entonces los cables empiezan a encenderse y se generan las conexiones. La corriente emerge y nacen las ideas. Algunas epifanías me surgen en la ducha o mirando al techo en completo silencio. También, antes de dormir empiezo a darle vueltas a esas ideas, hago algo así como «grabarlo» en mi cabeza y hasta me adormece. Más adelante armo las imágenes anotándolas en papeles sueltos y luego los ordeno en libretas específicas. Nada de todo esto sucede de forma preparada y se manifiesta dentro de una improvisación controlada. Muchas ideas están guardadas en mí desde hace años, solo estoy dejándome explorar.

Al momento de decidir un nuevo proyecto: ¿Cuándo sabes qué estás preparado para el siguiente proyecto?

Cuando encuentro el título del proyecto sé que ya estoy listo para empezarlo. Todo eso vino ya de una investigación previa y una consciencia de las ideas acumuladas. Algunas de esas ideas se hacen tan potentes que no hay manera de quitármela de la cabeza y empiezo a desmenuzarla. Luego llega a mi el título de forma espontánea y ya sé que tengo que hacerlo o no voy a estar tranquilo. Inicio con la pre-producción y mientras busco el tiempo preciso para producirlo, entonces voy al terreno y trato de finalizarlo en el tiempo que me he impuesto.

No trabajo en varios proyectos a la vez, aunque tengo muchas ideas y conceptos bullendo al mismo tiempo por mi cabeza. Prefiero terminar uno y empezar con el otro, ya sea un fotolibro, un fanzine, o una exposición.

Conociendo tú obra, nos encontramos que también es muy literaria –conformada por grandes obras de la literatura: ¿Cómo te sientes con ello? ¿Es parte de tú proceso creativo, o se deriva de manera espontánea?

Me siento de maravilla. Soy un lector voraz y la literatura, sobre todo la poesía y la novela, me han inspirado en todo en la vida y ahora mi obra se parece mucho a escribir. No diría que escribo con fotos, aunque eso sea lo que hacemos todos de una forma u otra. Pienso que escribir es un acto muy serio que requiere mucho más tiempo y al menos para mí, crear imágenes es mucho más sencillo. En mi proceso creativo hay una espontaneidad informada, que viene de un lugar que no conozco, pero sé que existe y que está lleno de material. Son todas cosas que eclécticamente han sido registradas en mi memoria y que ahora conectan con mis proyectos y se siente genial.

¿Cómo llevas tú desarrollo artístico con tú vida personal, me refiero a los viajes, ausencias y espacios necesarios para desarrollar tus proyectos?

Siempre necesito de la soledad para crear, aunque luego es muy vital expresar lo que vaya surgiendo a las personas cerca de ti, pareja y amigos para confrontar e intercambiar opiniones, lo que hace que se desaten algunos nudos.

Viajo desde que tengo conciencia y siempre cada movimiento es un aprendizaje, una inmersión que se transforma en un antes y un después que me sorprende. Cuando llego a los lugares siempre sé que cuando me vaya seré diferente porque no es superficial, me meto tanto en los sitios que los hago míos. En los últimos años me ha tocado enlazar varios viajes que duran hasta tres meses o más y que me llevan a varias ciudades y quizá hasta tres continentes. Se han vuelto más difíciles y emocionales las despedidas y trato de evitarlas o de darles importancia. Cuando regreso a mi hogar en San Francisco es un alivio, me toma una semana descansar y reiniciarme para lo siguiente.

¿Qué te motiva a seguir creando, y cómo ves personalmente hoy la proyección de tú obra en formato de fotolibro?

Me motiva la curiosidad permanente y me encantan los retos. Muchas veces me pregunto cómo haré una u otra cosa y la verdad es que cuando lo logro, es muy satisfactorio, todo un descubrimiento personal que me acerca a los demás de manera efectiva y enriquecedora, lo que hace que me sienta muy bien. La retroalimentación con los espectadores es la vitamina del ego –eso buscamos todos– y ese ego hay que tratarlo bien, y domarlo bien para no convertirte en un cretino.

Soy un ferviente defensor de las publicaciones en papel y seguiré trabajando en eso. Los fotolibros siempre serán el punto de partida para realizar exposiciones que ya no van a ser puramente y tradicionalmente fotográficas. Estoy muy curioso de cómo será el próximo proyecto que haga, ya que soy mi primer espectador y mi primer curador. También seguiré la autoproducción, siendo mi distribuidor y vendedor de mis libros, aunque las maletas pesen siempre cada vez más. El intercambio directo con las personas que adquieren alguno de los títulos que llevo a los lugares donde hago exposiciones o presentaciones da mucha felicidad.

¿Qué opinión te merece el desarrollo de la fotografía venezolana en la actualidad? ¿Qué fotógrafos/fotógrafas o trabajos te siguen inspirando?

Pienso que ha estado estancada por un buen tiempo, por varios años dejando un vacío innegable. Desde hace unos pocos años ha resurgido, en parte también por el trabajo como instituciones como El Archivo, y también como medio de expresión en medio del contexto. Lo que ha hecho Diana López desde El Archivo, es de destacar, dirigir una institución comprometida con la fotografía también debe reconocerse. Actualmente es la institución que percibo tiene claridad en su misión y la cumple con gran compromiso. Esto para los creadores, para quienes hacemos fotografía tiene mucho valor y desde mi opinión es sumamente importante poder crear espacios seguros de producción fotográfica y artística por todo lo que implica el apoyo humano y también económico para lograr la resolución de los proyectos.

Por otro lado, soy seguidor del trabajo de Juan Toro, todo su trabajo sobre Venezuela y la violencia, considero que ha logrado un trabajo muy potente, que se aleja mucho del cliché, hasta el punto de convertirlo en arte contemporáneo, no todo el mundo lo ve así, porque piensa que es solo violencia, pero va más allá. No existe ahora mismo, para mí otro u otra que tenga esa potencia, y además esa continuidad, Juan es una persona que trabaja muchísimo. Obviamente me han gustado, y tengo como referencia a todos los maestros como Luis Brito, los Ricard2 –Ricardo Jiménez y Ricardo Gómez-Pérez–, Nelson Garrido, Ricardo Armas, Diana López –y ese último trabajo desarrollado el ojo de…– que me encanta. En la actualidad, veo mucho potencial –de mujeres y hombres–, hay un movimiento femenino muy interesante a nivel documental, y están haciendo trabajos hermosos, y también siento que están en un buen camino, sin embargo, tienen que seguir trabajando y ser pacientes y no desistir. Al momento, hablar de esto no me emociona profundamente, pero siento que están por buen camino y que falta bastante trabajo y años de formación, y educación del ojo para lograr ese lenguaje, aunque están en ello. En especial de las mujeres podría mencionar el trabajo de Ana María Arévalo, Fabiola Ferrero, Andrea Hernández, Adriana Loureiro Fernández –por mencionar algunas de ellas–. El futuro se ve bueno, apuesto totalmente por seguir apoyando la producción de calidad y el esfuerzo que esto conlleva, hay muchos autores con buenas ideas, y que están por desarrollarse. Acabo de recordar que el trabajo de Edgar Martínez es potente, él es una promesa importante, y que estamos apoyando. Y vamos a continuar haciéndolo, dentro de lo que pueda, para que sigan desarrollando ideas y materializando sus fotolibros y exposiciones –pero sobre todo fotolibros–.

Además de tú obra –que resulta de referencia en especial para las nuevas generaciones– ¿puedes mencionar una acción temprana que haya sido clave en tu carrera como artista visual?

Me gustan mucho las instalaciones que hace J.R. Lo que más me gusta es que él se imagina algo, y lo hace, es increíble, también es verdad que tiene muy buen presupuesto, lo que ayuda a que se materialicen sus ideas. Me gusta mucho Erik Kessels –Roermond, Países Bajos, 1966– es un autor holandés, vive en Amsterdam. Me inspira mucho, ve la fotografía muy instalativa entonces la hace mucho más interesante y llamativa.

Actualmente de la fotografía me gusta más cuando hay elementos que no son solo digitales, nada de eso. Los elementos analógicos, tradicionales, artesanales hacen que la fotografía tenga otra potencia y aquí es donde mayor atención pondría. Considero que para lograr altos niveles de inspiración, hay que ver mucho arte moderno y universal, hay que leer muchísimo, hay que ver mucho cine, hay que leer mucha literatura, hay que también educar el ojo con fotografía, pero no es lo único. Yo no me inspiro en la fotografía para nada. A mí me inspira mucho más ir al Prado o ir a un museo donde haya un arte universal, que yo llamo arte de los siglos pasados, por supuesto de arte contemporáneo también, el MoMA de Nueva York o el de San Francisco o también el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York donde encuentres colecciones desde el siglo X en adelante; esa es mi inspiración. En Venezuela también hay muchos museos donde inspirarse. Definitivamente no está ni en TikTok o Instagram, eso es aspiracional, y la consecución en estos procesos no deberían ser aspiracionales, cada uno debe generar su propia vida y formar su propio camino.

En relación al fotolibro ¿qué posibilidades vislumbras sobre los creadores venezolanos, ves potencial y cómo te vinculas con eso?

En los fotolibros está la clave, creo que desde aquí hay que incidir más, apostar mucho más, porque es aquí donde se va a crear una colección, y desde aquí surgen las exposiciones. No es primero la exposición y luego el fotolibro, y no es la exposición y solo la exposición, no. Creo que el fotolibro es fundamental, es importantísimo porque crea archivos, y esos archivos son vitales tenerlos para las generaciones del futuro y no importa si el libro no es igual a la exposición, eso es lo bonito. Por ejemplo en mis proyectos es así; el libro está estático, y luego se transforma en algo muy diferente porque la creatividad tiene mucha más amplitud, y menos límites –en mi caso–. Por ello creo que hay que incidir más en la producción de libros, y veo mucho potencial, abogo por más trabajo, más formación. Estoy vinculado totalmente con El Archivo y la Sala Mendoza para seguir trabajando, apoyando a las personas que se tomen en serio el trabajo de creador, de autor, y de fotógrafo al mismo tiempo. Esto es un trabajo de años, con esto quiero decir que es un trabajo de largo recorrido, y es muy satisfactorio cuando lo tienes porque no se trata de que ya lo tengo y luego me voy a dormir, no. Después de todo lo que logras, hay que seguir estimulando, promoviendo los libros y las exposiciones, que son como hijos, hay que tratarlos bien. Sinceramente quiero ver cosas nuevas, soy un ferviente creyente de las nuevas generaciones, quiero seguir trabajando para ver eso, y en eso estoy.

Pensando ahora en el espacio expositivo y la producción editorial hablando específicamente del fotolibro ¿cómo te sientes en cada uno? Explica por favor: ¿cómo logras dominar todas las etapas de creación artística referido a conceptualización de tus proyectos, museografía y montaje? En el caso de tus libros bocetos/maquetación, diseño, impresión, distribución y comercialización. (Nos puedes mencionar tus tres fotolibros de referencia/preferidos)

Para mi todo nace con el fotolibro, y luego todo es posible de llevar al espacio expositivo, pero diferente. Depende mucho del espacio, del lugar, depende mucho del país, de la ciudad. Pero siempre empieza con el fotolibro la conceptualización de la idea, y el libro se queda ahí –inmortal, nadie lo va a cambiar–. Los libros no cambian salvo a partir de ediciones o de alguien que decida intervenirlo.

Digamos que después se amplifica ese trabajo y la creatividad hacia las exposiciones y no es que se va, simplemente se concentra, sintetiza, pero sale del libro y se convierte en otra cosa, eso es como lo veo, como un aspecto de logro para cubrir todas las etapas de la creación. En la museografía hay algo que me cuesta mucho que es trasladar mi cabeza a un curador o curadora, y aunque me gusta trabajar en equipo también, siento que muchas de mis ideas son muy difíciles de trasladar a ciertas personas, entonces prefiero hacerlo yo, y lejos de ser soberbio, quizás sí es verdad que todavía no he dado con un curador que tome mi forma, e integre mi obra, como yo lo desearía y creo que hay que tener mucha apertura y también entender muy bien mi entorno y de donde viene mi trabajo. Creo que en Venezuela a nivel fotográfico, no existe mucho riesgo, y la tendencia sigue siendo convencional. En este sentido, creo que hay que ser mucho más arriesgado, ser innovador y no tener miedo, hay que ver mucho lo que está pasando alrededor del mundo que está muy adelantado a nuestro país desafortunadamente. El discurso ya no es el material que va a durar trescientos años, y sino es así (como piensan los coleccionistas), entonces no existe. Ese pensamiento ya dejó de ser, y si el coleccionista cree que va a vivir trescientos años para ver esa foto, tampoco es así, y probablemente a lo mejor nadie lo verá tampoco. Algo que me parece súper irresponsable es obligar a un autor que sus fotos deban ser hechas bajo los estándares del coleccionista, es decir, tipo de papel, montaje, etc.

Entonces las cosas son mejor en vida, en mi modo de ver. Si un coleccionista te quiere comprar, que lo haga ahora y no luego, que el tiempo se acaba y así somos todos felices.

Entonces lo que siempre busco en la museografía, es retarme mucho, me pongo a prueba y trato de hacer algo que sea consistente. Y sí, me apoyo en personas, el intercambio es necesario. Y nuevamente reitero, que las instituciones son necesarias para garantizar que los espacios cobren nuevamente su uso, para el futuro. Inspirar una sugerencia, una crítica constructiva, crear arte y relacionarla de manera cotidiana.

¿Puedes mencionar tres fotolibros o autores que vengan a tú mente en este momento?

***

A continuación, se presentan los tres (3) fotolibros de Luis Cobelo, en donde se exploran temas tan diversos como el Caribe, la feminidad, el amor y sus derivaciones machistas y violentas, y otros temas producto de sus exploraciones artísticas y recorridos de vida. El material fue tomado de la página web de Luis Cobelo:

Zurumbático (2016-2017)

Vídeo grabado y editado en El Archivo por Alfredo Sainz © Archivo Fotografía Urbana

Es un viaje sin final al lugar donde nació la obra literaria del escritor Gabriel García Márquez: Cien años de soledad. Una historia repleta de esa esencia extraordinaria, contenida en miles de pueblos latinoamericanos, raíces de un gigantesco hemisferio empírico, pasional, olvidado, voluble, violento, improvisado y sobre todas las cosas, feliz.

Aracataca es la tierra natal del escritor, la cual fue inspiración para crear su singular Macondo. Este sitio y sus alrededores, cerca de la zona del caribe colombiano, es mi punto de partida. El leitmotiv fue el libro, y el resultado, un cúmulo de imágenes que se revelaron inéditas y espontáneas; un proceso de autoexploración íntimo, poético, mágico, ensoñador, en ocasiones doloroso, cargado de simbolismo e historias enigmáticas, conectadas con esta forma de ser continente y que, para mí, significaron un renacer como individuo que se nutrió de esa médula espinal sangrante latinoamericana.

Zurumbático es un túnel de sentimientos, sensaciones, efectos y eventos especiales, en el que entro y salgo cuando lo deseo. Inmerso en esa dimensión, comprendí y confirmé que lo insólito, lo cotidiano, lo cómico, incluso lo trágico, no tiene explicación, no se pregunta ni se busca. Es eso y ya.

Chas Chas (2018-2019):

Vídeo grabado y editado en El Archivo por Alfredo Sainz © Archivo Fotografía Urbana

Chas Chas es una palabra mágica, un viaje mágico. Es un homenaje personal a la ciudad de Buenos Aires, a través de un barrio particular y poético llamado Parque Chas. El proyecto está inspirado en una serie de cómics argentinos del mismo nombre que Luis Cobelo leyó hace 32 años. El cómic revela, en varios capítulos, las aventuras de un escritor a quien le dijeron que allí suceden cosas fantásticas y extraordinarias. Donde vive gente maravillosa mágica.

La razón por la que pueden suceder cosas “fuera de lo común” es porque el centro del vecindario fue construido arquitectónicamente similar a una telaraña o un laberinto.

Muchos años después, Cobelo decidió viajar miles de kilómetros para comprobarlo con sus propios ojos. Pero lo que realmente lo llevó allí fue el deseo de descubrir si era cierto el siguiente dicho que escuchó sobre este mítico barrio: “Todo lo que perdiste en la vida, existe en Parque Chas”.

Y sí, lo hace.

Chas Chas se lee como una novela gráfica o una historia de misterio, con muchas capas de referencias internas y externas. El flujo de imágenes evoca una lógica onírica que induce a sonreír y que parece extrañamente arraigada en la realidad alternativa de la vida callejera en este fantástico lugar.

Todo esto sucede a través de los ojos alucinantes y juguetones de Cobelo, quien se mueve a través de historias inverosímiles mil veces contadas y que se volvieron reales, sólo para quienes quieren creer.

Chas Chas es muy fácil, un lugar intangible donde se encontrará quien y lo que se perdió. Puede ser para todos, excepto para aquellos que quieran saber cómo se hacen los trucos de magia.

Te Amo (2020-2023):

Vídeo grabado y editado en El Archivo por Alfredo Sainz © Archivo Fotografía Urbana

A lo largo de los años 60, 70 y 80, la fotonovela marcó profundamente a la sociedad latinoamericana, especialmente en México, donde fue un producto cultural de producción, importación y exportación popular en masa. Muchas de las historias –escritas tanto por hombres como por mujeres– representadas en las fotonovelas tienen una estructura católica conservadora, patriarcal, machista, clasista y sexista, cargada de una inmensa intensidad. El odio, el amor apasionado y prohibido, el adulterio, la envidia, la venganza, la fantasía y la exploración de clases sociales y estereotipos son sólo algunos de los temas comunes. La influencia de la fotonovela fue multigeneracional, llevando fragmentos de su impacto hasta el presente. Hoy nos cuestionamos el origen de estos temas, y en los fotorreportajes se encuentra parte de la respuesta.

A través de la apropiación de imágenes de estas fotonovelas, junto con fotografías que realicé en México y otros lugares de América Latina, mi idea es reformular los textos junto con los montajes, para que funcionen como espacios para la duda y la reflexión del espectador. los escenarios mostrados, de forma libre de prejuicios.

Te Amo toma lo que cierto campo artístico evita, pero que está latente y actual en nuestros comportamientos, y nos invita a pensar y contribuir a una sana discusión e intercambio de ideas. No es una fotonovela hecha de forma clásica con las estructuras propias esperadas. Más bien, es una propuesta amplia donde invito a la reflexión a través de la ironía, el humor negro y el sarcasmo, –todo con la suficiente seriedad– abriendo una puerta a un mundo paralelo donde el escenario trágico de la novela y el drama humano se vinculan con la forma de vivir. donde vivimos las relaciones y el amor, entremezclados en una sola visión. Mi intención, personalmente y como artista, es sugerir sutilmente abrir la mirada y la perspectiva, sin dar una lección explícita.

Después de casi tres años de trabajo e investigación, este proyecto me ha permitido revisar orgánicamente mis propias experiencias de amor, donde he fracasado, caído al abismo y resucitado. Es un reflejo real y subjetivo de cómo fui criado y educado, dentro de un sistema patriarcal, sobre lo que debe ser el amor. Después de mucha terapia y aprendizaje, la disfunción quedó clara. He identificado patrones y reconozco mi perspectiva generacional como un hombre que creció alrededor del drama y me consolido como un ser humano imperfecto y en evolución.

Finalmente debo mencionar, que la construcción de una comunidad que resguarde, los trabajos de los creadores es fundamental, aquí hay mucho por construir, dar difusión a los trabajos, es lo que genera realmente el siguiente nivel de creación, espacios seguros, instituciones comprometidas y también una reflexión profunda de como esos esfuerzos rendirán frutos y vinculaciones en el tiempo, esto es necesario y relevante en la realidad actual de toda producción artística, pensada desde la convivencia y desarrollo de una comunidad que valora la resolución de las propuestas en sus diferentes formatos –en el largo plazo– de los trabajos creativos.

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